En un mundo ideal, levantar a un gato sería una tarea sencilla y placentera, un momento de paz y disfrute tanto para el felino como para el humano, durante el cual sonaría una música de violines. Sin embargo, la realidad suele ser bastante distinta, y es que los gatos son animales muy independientes a los que les gusta acercarse únicamente cuándo y cómo ellos quieren. Esto significa que si levantas a tu gato de forma incorrecta, ya puedes prepararte para recibir un cóctel de arañazos, mordiscos o, en el mejor de los casos, una espantada al más puro estilo Speedy Gonzales.
En efecto, alzar a un gato requiere de paciencia, un conocimiento profundo de su lenguaje corporal y una técnica adecuada para evitar que se sienta amenazado o incómodo. Así que en este artículo vamos a enseñarte, paso a paso, cómo levantar a tu gato de la manera correcta para que ambos podáis disfrutar de un momento de cercanía sin contratiempos ni rasguños.
¿A los gatos les gusta que los cojan en brazos?
Como ya te adelantábamos al comienzo del artículo, a la mayoría de los gatos no les gusta que los cojan en brazos, aunque esto depende mucho de la personalidad de cada felino, así como de la raza de gatos. Algunos sí que disfrutan del contacto físico y pueden sentirse cómodos al ser levantados, sobre todo si han sido socializados de esta manera desde una edad temprana.
No obstante, muchos gatos prefieren mantener sus patas en el suelo y se sienten incómodos cuando los levantan, ya que pierden la sensación de control sobre su entorno. Al fin y al cabo, los gatos son animales territoriales y verse sostenidos en el aire puede hacerlos sentir vulnerables o atrapados.
1. Comprende la naturaleza de tu gato
Antes de intentar alzar a tu gato, es fundamental entender que los felinos son animales territoriales y suelen ser sensibles al contacto físico, especialmente si no se sienten seguros o están en un estado de alerta. Por ello, es importante observar su comportamiento y lenguaje corporal. Un gato relajado tendrá las orejas hacia adelante, los ojos entrecerrados y la cola baja o ligeramente levantada. Si tu gato está mostrando señales de estrés, como orejas hacia atrás, ojos muy abiertos o cola agitada, es mejor abortar la misión.
2. Acércate con calma y suavidad
Cuando te acerques a tu gato, hazlo de manera tranquila y sin movimientos bruscos. Evita caminar directamente hacia él o mirarlo fijamente a los ojos, ya que esto puede ser interpretado como una amenaza. En su lugar, acércate de lado y mantén una postura relajada. Háblale suavemente para que sepa que no hay peligro, ofrécele tu mano para que pueda olerla y permítele tomar la iniciativa de acercarse a ti, de este modo aumentará su confianza.
3. Coloca tus manos de manera correcta
Para levantar a tu gato de forma segura, coloca una mano debajo de su pecho, justo detrás de sus patas delanteras, y la otra mano debajo de sus patas traseras para proporcionarle soporte. Asegúrate de sostenerlo con firmeza, pero sin ejercer demasiada presión. Este método distribuye su peso de manera uniforme, lo que evita que sienta incomodidad o dolor. Asimismo, no lo levantes solo de las patas delanteras o del abdomen, porque puede resultarle incómodo y causarle molestias. Tampoco intentes alzarlo por la piel del cuello (nuca), ya que, aunque las madres levantan a sus crías de esta forma, los gatos adultos pueden sentirse asustados o estresados por esta acción.
4. Mantén a tu gato cerca de tu cuerpo
Una vez que hayas alzado a tu gato, es importante mantenerlo cerca de tu cuerpo para que se sienta seguro. Sostenlo contra tu pecho, asegurándote de que su cuerpo esté en una posición cómoda y de que tenga soporte tanto en la parte delantera como trasera. Y mantén un agarre firme pero suave para evitar que salte o se retuerza. No olvides que los gatos sienten tranquilidad al estar cerca de algo estable y cálido, como el cuerpo de su dueño.
5. Presta atención a su reacción
Observa cómo reacciona tu gato cuando lo levantas. Si empieza a mover la cola de forma agitada, a retorcerse o a emitir sonidos de molestia, es mejor bajarlo con suavidad y darle un poco de espacio antes de volver a intentarlo (o directamente, no volver a hacerlo). Respetar sus límites es fundamental.
6. Crea una asociación positiva
Si tu gato no está acostumbrado a ser alzado, puedes ayudarlo a asociar esta acción con algo positivo. Por ejemplo, cada vez que lo levantes y esté tranquilo, recompénsalo con una golosina, una caricia suave o un elogio. Esto le enseñará que ser alzado no es una experiencia negativa, sino una oportunidad para recibir algo que le gusta. Con el tiempo, tu gato puede llegar a sentirse más cómodo con el proceso, pero si ves que ni aun así le gusta, es mejor que te olvides del tema. Si lo fuerzas, acabará cogiéndote miedo, e incluso es probable que le ocasiones un trauma, así que, ¡mucho cuidado!