¿Están deslucidas, feas, desconchadas o simplemente manchadas por el roce? Lo primordial a la hora de ponerte a arreglar una pared es evaluar los daños, porque tampoco hace falta meterse en jardines decorativos innecesarios. En ocasiones con un simple paño húmedo es suficiente.

Limpiar

Si la pintura de la pared es de temple olvídate de limpiarla, eso sólo lo podrás hacer si es acrílica. Mezcla en un recipiente agua y jabón neutro (hay quien utiliza productos para fregar los platos), humedece en él una bayeta y frota toda la superficie de pared a pared, no incidas únicamente sobre las zonas más sucias, ya que al terminar se notarán los surcos. Limpia y escurre cada poco la bayeta para no trasladar la suciedad a las zonas limpias.

Pintar

Es la solución más obvia, pero no por ello la más sencilla. Si la superficie de la pared está lisa no encontrarás complicaciones, en cambio, si está desconchada o con grietas, primero deberás repararla con masilla. Arrastra antes con una espátula los restos de pintura sueltos. En el caso de las grietas, por más que te parezca una locura, deberás clavar en ellas la espátula para hacer el surco más grande con el fin de eliminar los restos de revoque y que así la masilla amarre y seque mejor.

Tapar

Ya sea con listones de madera, con vinilo o con papel pintado, se trata de un modo rápido y efectivo con el que reparar tus paredes. Y desde que se inventó el microcemento esto mismo sirve para los azulejos del baño o la cocina. ¿Por qué cambiar cuando puedes ocultar con estilo y funcionalidad?