Por qué triunfa el color gris en decoración

Con toques amarillentos, verdosos o malvas. Incluso el gris azulado ha perdido su carácter frío para pasar a enrolar la lista de los colores perfectos para el invierno. La clave está en mezclarlo con grises con matices más cálidos, como se ha hecho en este salón. El tejido del sofá y de las cabezas de animales, más cálido, contrasta con el gris con matices azules de la pared y el blanco de la escalera y del techo. Este trío puede con todo. 

Durante años fue el negro y los colores llamativos. Después la madera conquistó los muebles de cocinas y, hasta hace recientemente poco, el color blanco era la apuesta segura para una cocina atemporal. Ahora, el gris le hace competencia con mucha luminosidad, calidez y resultados envidiables. 

El gris ha ido ganando terreno y, aunque antes considerado un color ‘estirado’ y soso, su amplísima variedad de matices lo han encumbrado a la cima de los favoritos también en baños. Como en este de la foto: el azulejo tipo metro en gris claro y acabado brillo no roba la luz, todo lo contrario: la multiplica.

Hay muchos colores que combinan con el gris. De hecho, podría decirse que, en este sentido, el gris es un color polifacético. Con otros neutros, como el blanco o el gris, suaviza su efecto. Mientras, si se combina con tonalidades frías, como el verde o el azul, el resultado es actual y moderno. Por su parte, el gris con tonos cálidos resulta en ambientes sofisticados, acogedores y modernos.

Esta combinación no falla. El gris lleva el punto elegante y sofisticado, tranquilo casi. Mientras, la madera confiere al ambiente la calidez que le roba esta tonalidad. Después, la clave está en añadir texturas que potencien esa calidez y algún tono más cálido, como el color beige de la ropa de cama. Por supuesto que la madera es clave, pero también otros elementos como los plaids y alfombras calientan la estancia.

En esta combinación, ambos colores se benefician de los efectos del otro. Mientras que el gris gana en romanticismo y delicadeza, el rosa pierde ese carácter cursi. Hay muchas formas de combinar rosa y gris. La clave para que no resulte plana es añadir otras tonalidades: verdes –como se ha hecho en la imagen con las plantas–, marrones o blancos ayudarán a calentarlo.

Lo has visto en muchos de nuestros salones y dormitorios. El amarillo es uno de los colores que mejor combinan con el gris. Este ofrece la base perfecta para que la tonalidad más cálida aporte alegría y un carácter muy vital. Buena muestra de cómo dos colores denostados pueden resurgir con fuerza si se mezclan.

La mezcla de ambos neutros ofrece ambientes muy, pero que muy elegantes, sofisticados y con un punto chic. Y, aunque categorizado entre los fríos, el gris aquí sube la temperatura y aporta la calidez.

Este tono, con muchísima fuerza, casa estupendamente con cualquier tonalidad sin restarle presencia o importancia. Incluso combinado con otros colores muy potentes, como el coral de la imagen. De hecho, en este dormitorio, uno no podría convivir sin el otro, ya que se suavizan mutuamente.

No tengas miedo a pintar una pared gris. Aunque las paredes blancas han sido la estrella para renovar la decoración al gusto sin preocuparte por el fondo, en gris tienen el mismo efecto. El truco está en añadir elementos que aporten los tonos cálidos: un cuadro en la pared, la pantalla de una lámpara y, cómo no, los textiles.

Si no te atreves con una pared entera, puedes empezar incluyéndolo en la decoración dando una mano de pintura gris a un mueble. El resultado no defrauda: actualiza el ambiente y se transforma en una pieza con presencia y carácter. Como se hizo en el salón de la influencer María Fernández-Rubíes.

No solo se puede incluir el gris en decoración mediante pintura o el mobiliario, hay materiales naturales que lucen este color con gracia y nada de frialdad. Un buen ejemplo es la piedra que, gracias a sus diferentes tonalidades, puede emplearse para potenciar unas tonalidades u otras. Aquí está más presente gracias a la mantelería gris, que conecta con la pared y, además, moderniza el ambiente. 

Ni blanco ni negro pero entre estos dos colores existe una gran variedad de grises: gris plata, gris perla, gris topo, gris piedra, gris humo, gris antracita y un largo etcétera. 

Conseguirás crear una atmósfera romántica si combinas un gris claro con tonos pasteles, como el rosa. También funciona muy bien con tonos empolvados, consiguiendo un efecto entre vintage y moderno muy particular. 

Aunque gran parte de las tonalidades de gris se consideran fríos, si lo eliges tirando a amarillo o lo combinas con elementos marrones, beiges o madera conseguirás que sea muchísimo más cálido. 

En sus tonalidades más claras el color gris aporta tanta luminosidad como el blanco, no sólo en el dormitorio sino en cualquier estancia de la casa. 

En cambio, el gris en sus tonos más oscuros aporta seguridad y protección y tranquilidad. Como en este dormitorio, donde la presencia del blanco suaviza su fuerte efecto.