La cal natural es un material sostenible con propiedades excelentes para la salud y nuestro entorno. Se usa principalmente para revocar paredes y aplicar pinturas, es muy resistente, regula la humedad, inhibe la presencia de mohos y puedes usarlo en interiores como en exteriores. Por todo ello, resulta indispensable en la construcción, la rehabilitación y la decoración de una casa sana.
En el momento de construir, rehabilitar, pintar o simplemente decorar una vivienda, el primer factor a tener en cuenta son los materiales que vamos a emplear. Las opciones, actualmente, son muy numerosas; los catálogos de los fabricantes están repletos de productos, con sus características técnicas y sus prestaciones. Pero ¿cuáles son los criterios que deben guiar nuestra decisión para vivir en una casa sana? Un concepto fundamental es el de biocompatibilidad.
Que un material sea biocompatible quiere decir que es más afín con la naturaleza y la bioenergía del ser humano, más compatible con la vida. La cal, así como la madera, el corcho, el bambú, el lino, la tierra, el algodón o la celulosa, entre otros, es un material que nos acerca a la Tierra y nos aporta bienestar y confort. En el polo opuesto están materiales como plásticos, otros derivados del petróleo y resinas sintéticas.
De todos los materiales biocompatibles, uno de los más populares es la cal hidráulica debido a la solidez y resistencia que aporta a la construcción. Gracias a la cal, han llegado hasta nuestros días edificios de la época medieval, así como estucos y frescos de épocas pasadas. Se usa principalmente para elaborar morteros (a los que dota de gran consistencia, debido a su capacidad de ligar materiales), revoques o revestimientos, y pinturas. Por sus propiedades técnicas, de aplicación y de salud –no olvidemos que el calcio es el material más abundante de nuestro organismo-, resulta interesante incorporarlo tanto en obra de nueva construcción como en rehabilitaciones.
Natural, la mejor opción
La cal hidráulica procede de las rocas calizas, más concretamente de las que son arcillosas y ricas en sílice y alúmina. Estas rocas se someten a un proceso de calcinación –llegando casi al punto de fusión-, de modo que se forma óxido de calcio libre que permite hidratarse después para su uso en la construcción.
Si a esta cal resultante no se le añaden otros minerales externos ni se mezcla con cemento, estaremos hablando de cal hidráulica natural.
Si, por el contrario, a la cal que se ha hidratado se le ha añadido sílice, aluminio, óxido férrico o productos derivados de la combustión del petróleo como cenizas o escorias provenientes de la industria siderúrgica, entonces hablamos de cal hidráulica artificial. Aunque es un material resistente (sus prestaciones son similares a las del cemento blanco) es menos biocompatible que la cal natural.
La cal natural se usa en construcción y acabados, tanto interiores como exteriores. Destaca por sus cualidades bióticas, permite una buena traspiración de las superficies, regula la humedad y ayuda a crear ambientes cálidos que aportan sensación de bienestar.