Ni gris, ni crema: 5 colores de pintura que NUNCA deberías utilizar en tu cocina (y sus mejores alternativas)

Para elegir bien un color para la cocina debes tener en cuenta su luminosidad y sus dimensiones. Aunque presumas de muchos metros cuadrados, el color negro no es siempre el ideal, aunque resulte elegante, atractivo y estético. Primero, porque quita mucha luz y eso puede provocar sensación de agobio (de ahí que solo sean recomendables para cocinas con grandes ventanales y entradas directas de luz natural). Segundo, porque suele ser un acabado bastante sucio, a pesar de que hoy en día existen excelentes sistemas antihuellas. A nada que tocas, se nota y no creemos que sea lo más práctico.

El azul marino o petróleo ha irrumpido por la puerta grande en las cocinas más estilosas del panorama actual. Es un color más amable que el negro, con unos matices que hace que no se sienta tan áspero y duro en su conjunto. Combina perfectamente con encimeras de vetas marmoladas, con tiradores de aspecto envejecido y toques dorados en luminarias o perfilerías. Si eliges este tono para los muebles, procura mantener las paredes en blanco para mantener la luminosidad. Aquí, las molduras y los muebles trabajados sí que tienen cabida. Podríamos decir que es el auténtico clásico renovado de las cocinas.

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El gris en la cocina puede hacer que el ambiente se sienta frío y poco acogedor, sobre todo si no se combina con materiales cálidos como la madera. En espacios con poca luz natural, puede oscurecer el ambiente y restar luminosidad. Además, si se usa en exceso sin contrastes, puede resultar monótono y aburrido. Aunque es un color moderno, a veces da una sensación industrial o impersonal. También puede ser difícil de mantener limpio, ya que ciertos acabados muestran huellas y manchas con facilidad. Para evitar estos problemas, es recomendable combinarlo con tonos cálidos, texturas naturales o elementos decorativos que aporten vida y equilibrio.

El greige es una de esas tendencias virales que, de primeras, nos atrae. Nos remite a ambientes agradables y acogedores, a acabados suaves y aterciopelados, a una nueva atemporalidad que nos gusta y a la que queremos hacer hueco en la cocina. El greige no deja de ser una mezcla perfecta entre el gris y el beige, un color neutro pero con más calidez que el gris puro, que a veces peca de ser demasiado frío. Es elegante, acogedor y fácil de combinar con madera, mármol o tonos tierra. Marcas como Miele ya han apostado por este tono, no solo en los acabados de mobiliario, sino también en los propios electrodomésticos, que se alejan del los clásicos metalizados para crear nuevas sinergias en ambientes mucho más armoniosos y unificados.

Sabemos que las tendencias actuales pasan por conectarnos con el exterior, de ahí que el color verde tenga cada vez mejor acogida en casa, por aquello de hacer guiños constantes a la naturaleza. En los baños, por ejemplo, se admiten el verde inglés, que produce un efecto relajante, ideal para este espacio. Sin embargo, es un color de azulejo mucho más oscuro de lo que sería recomendable en cocina, donde también necesitamos paz, pero a la vez un ambiente dinámico y social, no tan introspectivo. Aquí, un exceso de verde muy potente provocaría un “efecto cueva”, oscuro y un tanto denostado. Lo mismo ocurre cuando el verde es clarito y tiende hacia un hierba demasiado vistosos. Puede infantilizar demasiado el espacio sin llegar a ese fin de resultar amable y atemporal.

Pero no todo son pegas, porque aquí hay un claro ganador, y es que estamos en la era del verde menta. Un mint empolvado, con matices grises que siempre resulta fresco, natural y armonioso en cualquier tipo de cocina, sobre todo las que son rústicas, tipo cottage o farmhouse. Algunas de nuestras interioristas como Natalia Zubizarreta o Asun Antó, de Coton et Bois, ya los incluyen en sus reformas.

Las maderas oscuras están de plena actualidad, no solo para el salón o el dormitorio, sino también en las cocinas más estilosas y modernas. Su estética nos retrotrae a las cocinas de antes, a las casas coloniales llenas de aromas y sabores exóticos, a esos muebles mid century que hoy consideramos verdaderas reliquias… Sin embargo, para no recaer en tópicos anticuados, los expertos aconsejan utilizar este tipo de acabados en madera oscura, pero sumamente limpios. Prescindir de tiradores, molduras y detalles demasiados rebuscados es la clave. En su lugar, siempre se aconseja combinar estos muebles con superficies naturales de piedra para encimeras que dan un toque de luminosidad y mucho cristal en paredes y armarios para aligerar visualmente el espacio y dejar pasar la luz.

Ni por exceso ni por defecto. Ni un amarillo chillón que no viene a cuento ni un amarillo crema que, lejos de producir un ambiente relajante, hace que el espacio se vea anticuado y sin gracia. Las cocinas amarillas no están de moda ni son santo de la devoción de la mayoría de expertos en la materia, a no ser que se hagan con algún fin determinado. Para una casa al uso, no es recomendable. Sin embargo, si te gusta esta gama de color, siempre podemos poner pinceladas vibrantes que suban el ánimo de la estancia en pequeñas dosis: prueba con los mostazas, que son mucho más amables, en los cojines del office, en el ribetito de una lámpara con pantalla de lino… ¡en un jarrón con flores! Pero nunca te excedas con él en el mobiliario. Te acabará cansando.

Si quieres que tu cocina sea realmente cálida y actual, en vez de elegir un matiz que amarillee, lo mejor es apostar por tonalidades que viren hacia los tonos tierra, topos o, directamente, blancos rotos. Como bien sabrás, en El Mueble seguiremos siendo eternas fans de los tonos neutros, por su capacidad para recrear espacios luminosos, de amplificar visualmente el espacio y de ser la baza atemporal por excelencia. Es una apuesta segura, el comodín sobre el que apoyarte si estás dudando a la hora de elegir el color ideal para tu cocina.