La elegancia se mueve, y se siente cómoda, en los matices, no en los extremos. Por eso apostar por una decoración de carácter atemporal, con algunas piezas de estilo o incluso icónicas del diseño que ya se han convertido en un clásico, es un primer paso. La arquitectura del espacio y los elementos constructivos, como las puertas, son otro elemento importante a tener en cuenta. Un salón de arquitectura clásica, con molduras en el techo o revistiendo las paredes a modo de arrimadero o de boiserie, tendrá una majestuosidad que dará un plus al espacio.
Pero también será muy importante la paleta cromática elegida. Si bien los tonos neutros nunca fallan, porque son fáciles de combinar con cualquier estilo decorativo y además son un aliado de la claridad y de los espacios pequeños, el color no está reñido con la elegancia, para prueba este salón con las paredes de un envolvente chocolate. El único "pero" es que los colores de más carga cromática agradecen espacios amplios y luminosos, y pueden llegar a cansar.