Paredes agrietadas, falta de personalización, suelos fríos… Pensar en tu casa solo te inspira un triste “meh”. Si quieres recuperar la fe en tu casa y que en ella se vuelva respirar vida, vitalidad y alegría, lo primero es detectar dónde está el problema. ¿Una iluminación excesiva? ¿Un recibidor soso y aburrido? ¿Un sofá incómodo? O, tal vez, ¿falta de personalización? Después, toma cartas en el asunto y copia estas ideas. Tu casa quiere ser feliz –y que tú lo seas en ella–.