Hay cocinas que, por su distribución y superficie, ofrecen el escenario perfecto para una reforma que transforme el espacio, combinando estética y funcionalidad. Este es el caso de esta cocina de 17 metros cuadrados, que, aunque no era pequeña, podía aprovecharse mucho mejor. La casa ya contaba con ambientes amplios, luminosos y diáfanos, pero la cocina necesitaba un aire renovado y moderno.
Dado que se trataba de un espacio independiente, la interiorista Julia Macchi se centró en maximizar sus dimensiones y optimizar su uso, además de conectarlo visual y espacialmente con la estancia contigua. Así, atendió la solicitud de sus clientes, quienes querían una cocina semiabierta que permitiera cocinar mientras se mantenían en comunicación con el resto de la zona de día, favoreciendo la integración de los espacios y fomentando la interacción social. Además, la remodelación permitió aprovechar la luz natural que entra desde la terraza.
Como primer paso, se derribó el muro intermedio, y en su lugar se diseñó una puerta de corredera de cristal. Esta solución no solo integra los espacios visualmente, sino que también permite abrir completamente la zona cuando se desea.
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