El estudio Deco & Living ha llenado de calidez este piso diáfano en Madrid: los colores suaves y el papel pintado son sus aliados (con vídeo)

Cuando Estela López (@decoandliving) llegó a este piso, se encontró con una generosa zona común con salón comedor y cocina abierta. "A los propietarios les gustan las cosas poco recargadas", nos cuenta. Así que para decorarla e insuflarle esa sensación de calma la clave fue el uso de tonos suaves, maderas y fibras naturales. 

Empezando por la zona de estar, Estela apostó por un par de sofás claros. Colocados en L delimitan el salón y crean un rincón muy acogedor para disfrutar en familia. La alfombra bereber y las cortinas y estores en la ventana son la base blanca perfecta para decorar con cojines y mantas rosados y verde menta. Un verde que, si te fijas, va a juego con la pintura de la cocina. ¡Muy refrescante!

El mueble bajo el televisor es la otra gran clave del salón. Es un diseño a medida pensado por el estudio: blanco y liviano a la vista, pero con buen espacio de almacenaje. Las puertas con rejilla dan un aire vintage a la vez que romántico. Y, delante, "la mesa de centro es de metacrilato, así aligeramos aún más el ambiente", añade Estela.

Para una primera impresión de revista, la interiorista combinó una gran mesa de madera clara con sillas de diferente estilo y un banco tapizado. El equilibrio es perfecto: las sillas de terciopelo azul van a juego con los cuadros, las de fibras con la lámpara suspendida y el asiento del banco con la alfombra, en blanco y negro.

Te preguntarás, ¿y cómo decoró el recibidor? Estela eligió un papel pintado muy sutil que viste las paredes y da luminosidad. Al ser un hall estrecho, "diseñamos una consola de madera ligera y funcional, que no entorpece el paso". El armario con puertas de espejo es la gran ayuda para dar amplitud a la entrada, mientras la planta y la lamparita se encargan de dar un soplo de energía.

Pasemos ahora a la cocina abierta. Mobiliario y encimera son blancos y eso hace que no solo se vea una cocina espaciosa y luminosa, también perfectamente integrada en el ambiente diáfano. La isla sigue el mismo estilo y, además de espacio de almacenaje, tiene también una barra con taburetes, ¡perfecta para los desayunos!

Eso sí, la cocina era demasiado blanca, paredes incluidas, lo que la hacía algo fría. Por eso, la interiorista pintó de verde dos de las paredes (lo que sacó a relucir el azulejo tipo metro en la zona del fregadero), puso papel pintado, igualmente verdoso, en la pared que continúa hacia el salón, y suspendió sobre la isla unas lámparas ligeras y naturales. ¿El remate? Tres baldas de madera que dan calidez y un punto de apoyo extra.