En el ordenador portátil de Bettina zu Sayn-Wittgenstein, un archivo guarda copias de 3.000 correos electrónicos. Son todos los que la princesa alemana envió y recibió durante la construcción de su casa en el campo mallorquín, un proceso que recuerda con emoción. “Fue un año y medio muy intenso. Además de dirigir personalmente la obra, cada dos semanas me subía a un avión, donde fuera que estuviera, y venía aquí a ver cómo iban las cosas. Afortunadamente, trabajé con grandes profesionales y fue un éxito”.
“Compré el terreno, pero tuve que empezar desde cero porque no había agua ni electricidad. Para encontrar agua llamé a un zahorí, Aguas Jesús, que con su dos palitos de madera señaló el lugar exacto por donde transcurría una corriente de agua subterránea. Allí empezamos a cavar y... efectivamente, allí estaba el agua, como por arte de magia”, explica con una sonrisa.
La casa tiene muebles de todo el mundo, pero "eso sí, la decoración se hizo al estilo alemán: llegó todo junto y en dos días la casa estaba montada como ahora, con cada cosa en su sitio”, dice Bettina. La frecuencia de vuelos desde Hamburgo a Mallorca les permite venir fines de semana durante todo el año. Sus hijas traen a los amigos y han llegado a ser una multitud..." A continuación, te ofrecemos los detalles de esta preciosa casa. ¡No te los pierdas!