Está plantada en medio de un claro del bosque (en todos los cuentos hay un bosque) y es discreta, de una sola planta, con todas sus habitaciones abiertas al campo, toda una declaración de principios, y agradable y dulce a más no poder. Sus muebles están a tono con la discreción de su apariencia exterior y desde las invitadoras butacas del porche (¡qué ganas dan de apoltronarse en una de ellas a pasar tontamente la tarde disfrutando de no hacer nada!) hasta el banco del salón, las mesas cuadradas, los cabeceros entelados o los veladores tan etéreos, todo es sencillo y muy sensato.

El mobiliario hace gala de mesura y prudencia, es verdad, y queda dicho. Porque el punto de atención, la imaginación desbocada, está fijada en la pintura decorativa que cubre las paredes y envuelve con su atmósfera fantasiosa la casa entera, aproximándola así aún más a los escenarios de los cuentos. Las paredes del salón han sido pintadas siguiendo la técnica del marmoleado que, como su nombre indica, busca lograr una apariencia de mármol, un recurso pictórico empleado con gran éxito desde Pompeya a nuestros días pasando por el Renacimiento italiano. En fin, tampoco es cosa de ponerse en plan sabiondo, pero bueno está recordarlo para tener presentes nuestras tradiciones decorativas. A lo que iba, mármol beige en las paredes del salón con un zócalo de mármol blanco como el de Carrara, ambos espléndidamente simulados. En la chimenea y las dos estanterías se ha aplicado un patinado para aparentar una antigüedad inexistente, pero que viene como anillo al dedo en este escenario encantado. En el baño se ha vuelto a utilizar el marmoleado en paredes y muretes, y, en los dormitorios, el estucado, más uniforme, más tranquilo, envuelve los buenos sueños.

Pintura decorativa, pues, usada con creatividad y con criterio. Y que marca los tonos de muebles y tapicerías. Gris suave para el banco y la mesa del salón. Blanco roto y beige en las tapicerías de rayas. Blanco roto y gris en la toile de jouy. Tejidos que están distribuidos con cuidado en las distintas habitaciones. En fin, tonos siempre suaves, siempre dulces, los apropiados para nuestra casita de cuento pintada.

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