Ni vasca, ni francesa: esta casa tiene un estilo propio gracias a las molduras, el papel pintado y las paredes de cristal

“El salón original tenía molduras en el techo. Antes de derribarlo, creamos unos moldes para replicarlas”, explica la interiorista, que proyectó las zonas comunes como un espacio abierto y bien comunicado. La zona de estar es pequeña, de ahí que el mueble de la televisión lleve dos espejos envejecidos: aparte de ser decorativos, multiplican la sensación de espacio. ¿Los caprichos de los propietarios? Una mesita de centro que pudiera usarse de reposapiés, por eso se tapizó en un mullido capitoné, y el toque verde aguamarina de las cortinas, el color insignia de SUBE Interiorismo. Para potenciar la luz, eligieron tapicerías claras: sofás con tejido efecto lino y butacas de bouclé.

Otra solución muy visual es la arcada de roble con molduras que marca el paso hacia el comedor. En realidad, oculta unos pilares que no eran nada estéticos para esta zona destinada a disfrutar. “Nos pidieron una mesa enorme para poder juntar a mucha gente y elegimos unas sillas de bambú tapizadas en nuestro color favorito”, explica. Las lámparas encintadas dan el toque de calidez definitivo.

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Los detalles acogedores se reparten por todas las zonas comunes, siendo especialmente relevante en la zona de lectura, donde se encuentra la chimenea. Para aprovechar el espacio, nada mejor que el mobiliario a medida. "Diseñamos dos librerías a medida para aprovechar los espacios existentes a ambos lados de la chimenea. Son de madera lacadas en blanco y tienen almacenaje bajo. ¿Lo más especial? Empapelamos el fondo con pata de gallo para crear contraste y textura", explica Begoña.

La cocina se hace presente al fondo de la estancia, sobria, pero elegante. “La idea era que no destacara mucho, por eso panelamos los armarios y electrodomésticos en blanco, como las paredes, y elegimos una campana integrada en el techo”, comenta. La isla de madera tiene una encimera con porcelánico efecto mármol y una zona  para desayunar.

Desde aquí, se accede a un distribuidor con encanto. Aunque todo es nuevo, los propietarios quisieron dar una segunda vida a unas ménsulas que había en casa. Las pintaron de blanco y colocaron encima una repisa de cristal, creando así una pequeña consola volada. ¡Qué buena idea! Para potenciar la luz, pusieron un papel texturizado y un arrimadero con molduras lacado en blanco. La balaustrada se respetó, aunque se pintó del mismo tono que el arrimadero y se enmoquetaron las escaleras que nos conducen a la segunda planta, que inspira mayor recogimiento.

“¿Otra de las ilusiones de los propietarios? Tener un dormitorio que fuera como una habitación de hotel”, adelanta Begoña, poniéndonos las expectativas altas. El gris lo impregna todo con su elegancia serena, desde el empapelado hasta el cabecero tapizado con ribete, el banquito a los pies de la cama, el foscurit o los estores.  

“Querían un espacio abierto, con un vestidor enorme que conectamos a través de una mampara acristalada. Por un lado sirve como mueble de la tele y, por el otro, de espejo para el tocador”. Para generar continuidad lo empapelaron igual que el dormitorio, ¡hasta una parte del techo que tenía menos altura!

“Las soluciones de almacenaje nunca son suficientes, por eso creamos una pared entera de armarios, un mueble a medida y una descalzadora con cajoncitos”. De esta manera, se creó un vestidor espacioso, sereno y de revista al que no le falta detalle.

Esta suite de película se completa con un gran baño. “Hicimos dos simetrías. A un lado está la ducha con un banquito y griferías empotradas; al otro, la zona de inodoro y bidet con puerta acristalada para mayor privacidad. Ambas zonas están revestidas en un porcelánico que imita al mármol marquina”. Siguiendo esa misma línea de color, en la parte central pusieron dos lavabos sobre un mueble clásico a medida y papel pintado con textura. ¡Digno de un “cinco estrellas”!

Begoña Susaeta, fundadora e interiorista de SUBE Interiorismo y responsable de la reforma integral de esta casa de Vizcaya.