Si para nosotros, los adultos, la jardinería tiene muchísimos beneficios, para los más pequeños de la casa es una actividad fantástica. Es divertida, educativa y les enseña a respetar el medio ambiente y la naturaleza. Al tener un ser vivo bajo su cuidado, empezarán a entender el sentido de la responsabilidad. María Montessori estaría orgullosa.
Verán cómo se transforma de una diminuta semilla en una pequeña planta y cómo, poco a poco, van creciendo sus ramas y hojas. Así hasta que florecen y, en ocasiones, se convierten en un delicioso fruto. Es la mejor manera también de que aprendan cuál es el ciclo de las plantas, cuáles son susdistintas partes, cómo se reproducen… ¡Despertarás su curiosidad!
La elección del tipo de planta que vas a elegir es lo más importante para que no se cansen de esta actividad. Por eso, las plantas de crecimiento lento solo conseguirán aburrirles y que la abandonen. Es mejor decantarse por plantas de reproducción sencilla, en la que puedan participar al plantarla, como la cinta o la sansevieria. También las de crecimiento rápido son una opción ideal: podrán ver cómo va creciendo día a día.
Podéis empezar germinando legumbres. Veréis en directo cómo se abre la semilla. También los bulbos son una buena opción para que aprendan cómo es una flor. Lo más importante es convertir la actividad en algo divertido. Si sienten que es una obligación o una rutina, tal vez acaben por aborrecerla.