Cuando los gatos rascan y arañan cualquier superficie de los hogares, especialmente los sofás, no lo hacen por fastidiarnos (ni mucho menos). Se trata de un acto natural y necesario que les ayuda a afilar y mantener sus uñas y a estirar los músculos de sus patas (algo que acostumbran a hacer después de dormir). Otro motivo por el que los gatos rascan superficies es para marcar el territorio, dejando feromonas de sus glándulas plantares. Y sí, todos los gatos lo hacen varias veces al día, ¡así que no te queda más remedio que asumirlo!
Como ya imaginarás, es esencial que tu gato no perciba como algo malo el hecho de rascar superficies. Lo que debes es hacer es favorecer este comportamiento, pero tratar de que lo haga en los lugares adecuados para ello. Así, tu gato será feliz y tus muebles se mantendrán a salvo (algo que cobra especial importancia en pisos de alquiler. De hecho, es el principal motivo por el que muchos propietarios no desean inquilinos con gatos).
Los rascadores para gatos son, sin duda, los mejores elementos para que los mininos afilen sus uñas y, de paso, se entretengan un buen rato. Pero, ¿cómo lograr que los gatos acudan siempre a ellos y abandonen para siempre los sofás? Te lo contamos a continuación.
Cómo lograr que tu gato acuda (siempre) a su rascador
Para que tu gato prefiera acudir a su rascador en lugar de a tu sofá favorito cuando llegue el momento de afilarse las uñas, es esencial que el rascador cumpla una serie de requisitos. Al fin y al cabo, es como si tienes una cama dura e incómoda, y un sofá tan confortable que se asemeja a una nube, ¿dónde preferirías descansar? En este caso, ocurre algo similar.
Pues bien, el rascador ideal de un gato, en primer lugar, debe estar hecho con materiales naturales como la cuerda o el sisal (indudablemente, sus favoritos)
También hay rascadores de cartón o de tejidos que se asemejan a los de las alfombras, y hay gatos que los adoran. Para acertar, tendrás que ofrecerle distintas opciones y ver con cuál se siente más a gusto. Ya sabes, ¡ensayo-error!
Por otro lado, la altura del rascador es determinante. Piensa que el principal objetivo es que tu gato se afile las uñas y estire los músculos de sus patas, por lo que el rascador tiene que ser lo suficientemente alto como para que el animal se pueda poner de pie y estirarse cómodamente. Además, también debe ofrecerle la máxima estabilidad.
El lugar donde coloques el rascador también influye. Lo mejor es que el gato disponga de un rascador en el área donde acostumbra a descansar (próximo a su cama), y otro en zonas más alejadas, como la entrada de casa o los pasillos.
Si a pesar de todo, tu gato sigue rascando el sofá o cualquier otro lugar indeseado, hay trucos que pueden ayudarte a evitarlo. Uno de ellos es colocar film transparente o algún tipo de cinta en la zona afectada (asegúrate de que no sean materiales tóxicos para él).
También puedes probar a echar feromonas felinas en los rascadores. De este modo, tu gato debería sentirse naturalmente atraído hacia los rascadores y dejar el sofá. Para adquirirlas, te recomendamos acudir directamente a cualquier tienda especializada en mascotas, incluso consultarlo con tu veterinario. Y recuerda, puede que el proceso de adaptación sea lento, pero la paciencia y la constancia son claves para conseguirlo.
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