Está demostrado: el color nos afecta, no solo a nivel emocional, sino también físico. Los estudios del Dr. Carlton Wagner, director del Institute for Color Research en Santa Barbara, por ejemplo, demuestran que un color puede cambiar el estado de ánimo, activar o relajar el metabolismo, subir o bajar la temperatura corporal, la presión sanguínea o el ritmo respiratorio. Esto es posible porque el color no existe en sí mismo, es un efecto de la mente, una percepción visual que se genera en el cerebro cuando ve la luz reflejada en un objeto. Que veamos un color u otro lo determina la longitud de onda del color y su frecuencia. La retina capta las longitudes de onda y envía señales nerviosas al cerebro, y así se genera la percepción del color.

El color es vitamina para las células

Así que la luz y el color te “hablan” todo el tiempo. Informan al cerebro y este, a través de señales eléctricas y magnéticas, activa procesos bioquímicos y hormonales en tu cuerpo. Esta es la base de la cromoterapia: mejorar la salud a través del color. Los colores son como complejos vitamínicos que reactivan el buen funcionamiento de las células y los órganos corporales y equilibran el organismo.

Un claro ejemplo de cómo la luz y el color provocan cambios en el organismo es el uso de lámparas de luz azul en recién nacidos como tratamiento para la ictericia –piel amarillenta por exceso de bilirrubina–. Gracias a la exposición a la luz azul, el cuerpo la elimina y en unos días se normaliza el tono de la piel. También la exposición a una lámpara de luz blanca intensa de espectro completo –que reproduce la luz del sol– se utiliza como tratamiento para curar trastornos depresivos.

A cada persona, su color

Y es que “elegir el color adecuado es un gran aliado para la salud física, mental y emocional”, asegura Charles Klotsche en su obra Color Medicine (la medicina del color). Cada color tiene unas propiedades y su exceso o defecto puede ser tan beneficioso como perjudicial. Los rojos activan, los azules relajan, los verdes equilibran. Pero en exceso, el rojo puede producir estrés, un ambiente todo azul puede causar decaimiento y el verde muy oscuro, desvitalizar.

Además, la combinación de colores es una excelente “terapia de color”. Los colores complementarios (opuestos en la rueda del color, por ejemplo el rojo y el verde o el azul y el naranja) se equilibran al estar juntos. Un buen ejemplo es el uso del verde en los hospitales: además de ser un buen calmante para los pacientes, la ropa de los cirujanos es de ese color porque es el complementario del rojo de la sangre, actúa equilibrando, desestresando y resulta un verdadero descanso para los ojos de los médicos. Descubre los efectos de cada color y elige el más adecuado para cada estancia. No solo beneficiarán a tu casa, sino también a ti.

Verde: te tranquiliza y te purifica

1. Efecto físico: Es el color de la naturaleza, se asocia a la salud y al bienestar y purifica el organismo. También tranquiliza el sistema nervioso, a la vez que ayuda a la concentración.

2. Efecto anímico: El verde nos recuerda lo fresco y lo natural (los árboles, el césped...), lo que nos aporta bienestar y paz. Es capaz de tranquilizar a los bebés y mitigar la agresividad en niños.

3. Evita el exceso: Los verdes muy oscuros se asocian a problemas de hígado, vesícula, columna y articulaciones.

4. Decora con él: Las zonas de relax –un rincón del salón, el office...–; el dormitorio de niños muy activos (les calmará) y el de los mayores, por su efecto reconstituyente y regenerador.

Rojo: te sube el ánimo y te activa

1. Efecto físico: El rojo estimula el sistema nervioso simpático, el que activa el organismo. Ante él, producimos adrenalina, nos sube la temperatura corporal y la presión sanguínea, y se nos acelera el pulso.

2. Efecto anímico: Nos hace sentir alegres y energéticos. Por eso es un buen antídoto contra el cansancio, la apatía, el agotamiento físico y la baja autoestima.

3. Evita el exceso: En pequeñas dosis, el rojo es positivo. Pero en exceso puede producir estrés, nerviosismo, ansiedad, falta de concentración, cambios de humor... además de aumentar el hambre.

4. Decora con él: Un rincón, un pasillo... zonas en las que estés poco rato. En otras estancias, pinta solo una pared o introduce el rojo en los detalles decorativos.

Azul: te ayuda a relajarte

1. Efecto físico: Al contrario que el rojo, el azul relaja y tranquiliza porque estimula el sistema nervioso parasimpático. ¿Sus efectos? Baja la temperatura y la presión arterial, ralentiza el pulso y la respiración.

2. Efecto anímico: Es calmante y desestresante, por eso es recomendable en casos de hiperactividad o ansiedad. Como relaja, calma el dolor de cabeza y combate la adicción a la comida.

3. Evita el exceso: Porque puede producir apatía, cansancio, inapetencia y cierto desequilibrio emocional.

4. Decora con él: Estancias de descanso, como dormitorios. También ambientes orientados al sur, con mucha luz natural, para refrescarlos.

Naranja: te da vitalidad y creatividad

1. Efecto físico: Los efectos del naranja son similares a los del rojo, pero aporta mayor equilibrio. Estimula y tonifica el sistema nervioso, el circulatorio, da calidez y potencia el intelecto.

2. Efecto anímico: El naranja también sube el ánimo, combate 
la timidez, el cansancio mental y la depresión.
Y potencia la comunicación y la creatividad.


3. Evita el exceso: Aunque en pequeñas dosis es un color que serena, en exceso puede desajustar el sistema nervioso y el digestivo.

4. Decora con él: El rincón de las manualidades, la zona de juegos y de estudio de los niños, y también las estancias pensadas para compartir o para charlar.