No intentes convencer a tus invitados de que eres moderno. En cuanto entren en tu cocina –con muebles de roble natural veteado– se darán cuenta al instante de que en el fondo escondes un espíritu rústico alejado de artificios. Porque sí, no nos engañemos, nuestras cocinas nos definen tan claramente como lo hacen la literatura que leemos o la música que escuchamos. Son el alma de la casa por algo, porque en ellas reside un pedacito de nuestro ser y de nuestros gustos.

Y tú ¿cómo eres? O mejor dicho: ¿cómo has decorado tu cocina? ¿Con toques nórdicos de madera natural, tan bohemia que parece sacada de la Ibiza de los años 80 o con azulejos hidráulicos que delatan tu amor por lo urbanita?