Casas de lectoras: la reforma del piso pequeño y modernista de Bea en Barcelona

La zona de la casa que más le gusta a nuestra lectora es "el salón-comedor-cocina... el revoltón cerámico del techo lo hace muy especial. No lo pulimos, lo descubrimos, sacamos los clavos de la bigas, el sobrante de mortero y nada más. Una de las vueltas está ennegrecida porqué era la antigua chimenea de la cocina y la dejamos tal cual. Creo que es una de las cosas más chulas cuando haces una reforma: descubrir elementos originales y respetarlos, tal y como están, restaurarlos si hace falta, y ya está", explica.

El piso pasó de tener cuatro habitaciones (dos dobles, una individual y un cuarto de armarios), a tener dos habitaciones dobles y un estudio abierto al recibidor. "Lo más complicado fue abrir la galería. El apeo era una cosa fácil para mi marido pero a mi me daba mucho respeto. También fue un reto situar la cocina y el baño en lo que era un dormitorio. ¡Le dimos la vuelta como a un calcetín!", afirma Bea.
 

La estancia más grande de la casa es precisamente esta, en la que nos encontramos salón, comedor y cocina. "Reutilizamos nuestro antiguo cabezal de lamas de pino para darle un toque de calidez que queda muy bien combinado con el gris de los armarios y el mostaza de las lámparas", cuenta Bea.

"La cocina es gris porque, al ser una cocina abierta, no queríamos muebles blancos. se ven mucho y son muy típicos, así que buscamos algo que nos fuera agradable a la vista y no nos recordara tanto a la típica cocina", aclara Bea. "La barra de la cocina es de 1.20 m de altura para ocultar la encimera cuando estamos en el sofá", añade.

La reforma integral tenía un reto claro: "Eliminar el pasillo y darle el máximo de luz a las estancias. Es un quinto real, orientado al sur, así que tiene mucho sol por las tardes. Por la mañana el sol entra en la zona de la habitación de las niñas ya que es un piso con estructura típica del Ensanche de Barcelona. Tiene una zona que da a la calle y una zona que da al patio de manzana", describe Bea Abbad.

Y añade: "En el estado original, el sol se quedaba en la galería y no pasaba a ninguna de las habitaciones. En la galería tenían la lavadora, el tendedero y el baño, así que no aprovechaban para nada la luz. Cuando lo vi por primera vez le dije a mi marido: si podemos abrir esta galería, nos lo quedamos. Pol tiene un estudio propio de arquitectura, GStudio Arquitectura, así que lo conseguimos".

"Del baño, también me gusta mucho el ventanal de techo a suelo, entra muchísima luz y mucho sol. Las orquídeas viven perfectas entre la humedad y la luz y cuando te duchas tienes la sensación de estar en el exterior, con la intimidad que da el cristal translúcido", dice Bea.
 

Las pequeñas disfrutan de una de las habitaciones dobles del piso. Por el momento, comparten espacio la cuna de la pequeña Julia y la cama de su hermana mayor, Alba. "Las montañas de la habitación de las niñas son de un rosa antiguo, combinadas con las camas blancas", dice su madre.