"La revista El Mueble siempre ha sido un referente en cada pequeño proyecto de casa, una inspiración de la cual partir y comenzar a crear. Ya las leía en casa de una amiga de mi madre cuando era pequeña, y me fascinaba cada estancia, cada composición, los colores y el buen gusto de sus diseños…". La lectora de hoy se llama Conchita Hidalgo y vive en este adosado en Aranjuez.
"Tenemos un adosado modesto, lleno de vida y de ilusiones, un HOGAR con mayúsculas, rincones con encanto y mucha luz! ¡Apenas tiene una planta de 90 m2 y un segundo piso de unos 80, pero bien aprovechado!", confiesa la protagonista de este artículo.
"En el salón, las cortinas son de Leroy Merlin recién puestas, y la lámpara también. Quisimos dar un toque más chic con la butaquita mostaza, y completamos la estancia con plantas, mesas que evocan naturaleza, hechas de fibras naturales, que movemos de un lado para otro y muchos puntos de luz. Veréis sobre el escritorio de mi abuela una lámpara hecha con una lata de pimentón, comprada en el rastro de Madrid…", describe Conchita.
"En el salón teníamos claro que el comedor sería el protagonista, puesto que esa zona la usamos a diario para comer y cenar en familia (somos 4!) y además es zona de deberes, de café por la tarde y de reuniones familiares… Los muebles son todos heredados, una mesa de matanza bajo la ventana, un aparador de más de 100 años, y en baúl bajo la tele son de mi abuela materna, Concha. Los cuadros maravillosos de bodegones y ese escritorio de los años 30 eran de mi abuelo paterno, Domingo, ahí estudió toda su carrera criando a la vez a 6 hijos", añade.
"Mi marido es mexicano y siempre ha vivido en el concepto de cocina abierta, lo que aquí llamamos americana, y en cuanto pudimos hacer hucha fue nuestra gran ilusión de transformación en casa. Además, él es un gran cocinero y yo en mi caso, como propietaria de una empresa de catering (Oleanto eventos & catering) queríamos que la cocina fuera el alma de casa", cuenta nuestra lectora.
"Tiramos un par de muros y empezamos a dibujar e imaginar juntos, nos convertimos en diseñadores de la noche a la mañana, y gracias a Dios la cosa salió bien. ¡Hace 4 años del proyecto, pero creemos que sigue totalmente al día, incluso nos encanta que hay por todas partes los colores 2021 de PANTONE, gris y amarillo!", relata.
"De hecho las lámparas amarillas de la barra fueron el inicio de todo. Las compré un año y medio antes de la reforma, y sabía que serían muy protagonistas… La barra fue nuestro quebradero de cabeza. Para nosotros la madera es un elemento fundamental y queríamos que esta lo fuera. Los fabricantes nos ofrecían trabajos carísimos y muy comerciales, así que decidimos ir a una fábrica de maderas (maderas MEDINA en Ocaña) y elegimos nuestra propia barra. Toneladas de tableros… vimos uno de 5 metros con las vetas del árbol y supimos que esa era la nuestra. Tras varias horas de pulir, lijar y barnizar, quedó un trabajo único y original, que no pasa desapercibido. Como sobraron algunos trozos, decidimos usarlos para la encimera estrecha de la cocina también", sigue explicando.
Y añade: "Ampliamos el porche de la entrada a la cocina, y creamos nuestro desayunador, con un aire casero, cortinas, cuadros, platos cerámicos de nuestros viajes y fotos de Vejer, un azul marinero en la pared, y una mesa de cocina de mi abuela, que siempre quise desde pequeña".
"La zona de los fuegos es el alma de la cocina, y elegimos unas baldosas hidráulicas italianas que fueron nuestra perdición. Lo acompañamos con azulejo de aire retro y muebles grises, junto con los suelos de madera, que nos parecían fundamentales para dar un aire acogedor", detalla Conchita.
"Enfrente de la cocina está la entrada al garaje, y decidí hacer una pequeña lavandería, porque me enamoré de ellas cuando fui a casa de mis suegros en Texas… un espacio de 2x2 superaprovechado y coqueto, con lavadora, secadora, pequeño arcón y almacenaje de limpieza y droguería. Incluso un armario para guardar la plancha, toda una maravilla. Como no teníamos mucho presupuesto, usé restos de pinturas para las paredes y quedó un violeta suave pequeño, y los muebles y encimera son de IKEA", afirma nuestra lectora.
"En el dormitorio principal, que me encantaría reformar ampliando la terraza y creando un vestidor, empapelamos con tonos neutros suaves, y le dimos el toque de color azul marino con la lencería de Bassols, y con dos mesillas originales del dormitorio de mis abuelos, que pinté atreviéndome, y adoro el resultado, me encantan! Los tiradores son originales también", revela la protagonista de este artículo.
"El cabecero del dormitorio de mis abuelos decidí ponérselo a mi hija Violeta, y lo pinté de blanco roto, le da un toque muy romántico a la habitación. Le quitamos su cuarto infantil y durante el confinamiento aprovechamos para renovarlo. Queríamos muebles blancos por todas partes, y le dimos toque de color muy suave a las paredes, con un gris azulado, y alfombra gris. Le hicimos también una zona de tocador que nos encanta a las chicas de la casa", describe Conchita.
Y también nos habla del dormitorio de su hijo: "Leo, a punto de cumplir 13, tiene una habitación de mayor… hace poco le hicimos nosotros la mesa a medida, con unos tableros de madera de Leroy Merlin, unas patas, y todos los complementos en negro. Nos basamos en rojo, gris, negro, y a partir de ahí dibujamos su cuarto. Tiene muchísima luz y mucha armonía".
"La casa tiene jardín, proyectado y plantado por nosotros", añade.
"Desgraciadamente nuestra casa no tiene los revestimientos más deseados, ni techos altos que nos fascinan, ni puertas que enamoran... pero tiene un alma y una calidez que todo aquel que entra nos dice que se quiere quedar para siempre", concluye Conchita.