Parece un juego de palabras, pero de verdad, pasó así. La casa está en un pueblo llamado Ruiseñada, y en la redacción oímos que le llamaban 'la Risueña'. No era así, pero cuando entramos, la sentimos. Notamos la alegría que aquí se vive cada vez que la familia se reúne entera, cuando los nietos ven a la abuela, o simplemente cuando Amalia se sienta sola, tranquila, en el porque en un día soleado a leer.
“Es una casa buena porque tiene buenos cimientos, pero es muy sencilla. En realidad, es como la casa del abuelo de Heidi, el típico cuadrado cántabro al que agregué el porche. A la gente le sorprende porque aquí en el norte las casas de pueblo son tristes, y esta es alegre y vivida”. ¡La casita de Heidi!
Cuando la compraron no estaba así. “Por suerte di con Luciano, de Hermanos Vega, que supo entender lo que quería. Cambiamos la distribución, el suelo, y la ampliamos. La buhardilla era el típico granero que no se podía usar. La cocina está donde estaba la cuadra". La puerta que da al jardín es rústica, de antaño, se abren por la mitad, como ventana, y Amalia también la usa para que entre luz. El office es muuuy práctico (¡y bonito!): "Pusimos una mesa, también para cocinar y sobre todo para nietos y meriendas, para cuando vienen muertos de hambre de la playa, ja ja ja".
"Cuando pintamos de blanco la casa entera, me decían 'te vas a arrepentir', pero ahora Luciano me dice 'Desde que pinté la tuya de blanco, las pinto todas, Amalia', ja ja”.
¿Y el porche? “Yo no lo quería tocar, pero Luciano me dijo '¡vas a hacer mucha vida aquí!, dale un metro y medio más'. Y menos mal que le hice caso. Pusimos cristales, para que quedara resguardado de la brisa santanderina, y de frente está abierto. Eso nos permite disfrutarlo todo el año. En invierno los días de sol se está de maravilla. ¡Ahora es mi rincón favorito de la casa! ”.
Y, atención, que los muebles tienen también su propia historia: "Soy familia de los propietarios de Becara. Cuando me hice esta casa, tenía todos mis muebles ideales que había ido comprando para amueblarla, y se quemaron las naves donde los tenía guardados. ¡Todos mis muebles se quemaron ahí! El incendio fue en mayo y yo iba a montar la casa en junio. Así que al final monté toda la casa con muebles del saldillo que organiza Becara. Pensé 'ya los cambiaré', y al final no lo he hecho. Así que la casa tiene un poco un mix, ¡pero las piezas se han acoplado bien!", nos cuenta.
Así que a esta casa risueña se viene a compartir, a sonreír, a ser felices, y también a sentir la historia familiar.
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