De patito feo de pueblo a casa con encanto: la increíble transformación de esta casita con mucho potencial que ganó en amplitud, estilo y luminosidad

"Eliminamos los falsos techos, que hacían las habitaciones bajitas, y dejamos a la vista las vigas y las bovedillas originales; picamos revestimientos para sacar la piedra original; abrimos la cocina al jardín; cambiamos los colores... y la luz cambió completamente", comenta Dara. También abrieron pasos y ventanas nuevas donde pudieron, y de tres habitaciones en la planta superior, hicieron dos, más amplias y con mucha más claridad.

En el pasado, en el salón comedor había dos puertas cerradas (una que daba a la cocina y otra a una zona de patio estrecha y techada) y ahora hay dos pasos abiertos que lo bañan de luz. 

"El salón estaba pintado de granate oscuro, tenía el techo bajo y solo había una mesa grande porque utilizaban la estancia únicamente como comedor", cuenta Dara, que redujo la mesa y sumó un sofá. Y para darle luz al rincón... "Pusimos un espejo. ¡Hay gente que cree que es una ventana!". 

¡Ahora es un luminoso espacio abierto al jardín! La cocina, de hecho, se llevó una parte del jardín y podía hacerlo porque la casa contaba con 50 m² de planta y 100 m² de patio. Según cuenta Dara, pudieron recuperar casi todas las carpinterías (salvo las de la cocina, que se hicieron nuevas pero respetando el estilo de la casa) y al darles este color azul tan especial, consiguió espacios más frescos y luminosos.

La interiorista derruyó una caseta muy deteriorada para levantar esta pérgola con mobiliario de fibra, "que envejece ganando un color grisáceo muy bonito", dice la interiorista. El cambio ha sido total. 

En el cuarto de los pequeños Carlota, de cinco años, y Alejandro, de dos, había una ventana que no podía abrirse sin más. "La cubrí con una celosía para ganar seguridad y no tener que instalar rejas, que hacen que te sientas enclaustrado. Y ha quedado diferente y bonito", cuenta.

Dara no eligió el blanco y el azul porque sí. "Elegí este azul y este blanco –no blanco hospital, sino uno más cálido– porque quería mucha luz, y además, esta casa, al estar cerca de la costa, me recuerda al mar. Y aunque sea invierno, me hace pensar en el verano".

Dara mezcla piezas de distintos materiales sin problema. "El secreto está en que todos los materiales sean nobles. No hay que tener miedo a mezclar piezas si son de materiales naturales y ligeros. Así, se transmite frescor y no cargan el espacio", explica. Cabezal, de Nice Home Barcelona. Mesita, de Little House.

En la planta superior se abrieron ventanas nuevas y se eliminaron falsos techos, "y como la habitación principal tenía un envigado más moderno, por algún arreglo reciente, lo pintamos de azul para hacerlo más bonito", recuerda.

La autora de esta reforma de ensueño es la interiorista y diseñadora Dara Díaz, del Estudio Nice Home Barcelona. Finalmente, pudo concretar su sueño en esta casita de pueblo que pasó de ser un "patito feo" a un hogar para disfrutar en familia.