Pequeños detalles, grandes cambios: el lavado de cara de una casa del Maresme con guiños a la Provenza. ¡Parece otra!

También mantuvieron el encanto de un porche cobijado bajo una glicina que proporciona sombra en verano y recuperaron el mobiliario de hierro para las comidas y cenas al aire libre.

Además de este poche, crearon otro de obra frente a una piscina desbordante, tal y como apunta Mónica Recoder, la arquitecta encargada de la reforma. "Este segundo porche tiene ventilación cruzada para que esté fresco en verano y sus paredes imitan a la fachada principal, con un revoco de efecto artesanal pintado con óxido de hierro. Es una técnica que se utilizaba en las masías", nos cuenta. Inés Bernadés, artífice de la decoración, lo llenó de calidez con muchos cojines, lámparas de fibras, alfombras de yute, pufs y cestos, que siempre suman encanto.

Lo comprobamos en el salón, que gira alrededor de una chimenea de obra. Los nuevos sofás enfrentados tienen un ribete en contraste y hacen buen equipo con los grandes butacones estampados que ya tenían los propietarios. “Rescatamos las mesitas auxiliares antiguas y respetamos las cortinas de color mostaza que ya tenían. Sin embargo, pusimos una nota de aire fresco gracias a unos cojines de flores con toques verdes y mostazas y alfombras nuevas y con presencia”, reconoce.

De hecho, y hablando de alfombras, hay una magnífica de estilo persa que sitúa el comedor en el centro de esta amplia estancia. Está decorado con dos grandes mesas, sillas de estética rústica y una composición de lámparas de fibras que llenan el ambiente sin recargarlo demasiado.

Justo detrás del comedor se abre paso la nueva cocina, que conserva los azulejos de 10x10 originales. “La campana y los muebles son de obra y tienen mucho encanto porque son algo más altos de lo normal”, asegura.

En esta cocina se sigue esa misma estética rústica y provenzal que en el resto de este espacio abierto, con sus muebles bajos de obra y los frentes de los armarios blancos hechos con listones de madera, que no entorpecen visualmente el conjunto, y sus guiños naturales y artesanos, como las tablas de madera, los cestos de fibras o los detalles decorativos de las paredes, hechos con bandejas de paja, que le aportan un aire único y especial.

En el hall, decorado con un espejo antiguo y unas vasillas marroquíes en versión XL, está la escalera que nos lleva al dormitorio principal. Sus paredes también conservan ese sabor de antaño tan característico, potenciado por textiles de lino y un cabecero tapizado en tonos muy naturales que abrazan la estancia.

En esta imagen vemos con más detalle la gracia que aporta el lino rústico a la decoración de este dormitorio. El cabezal en tonos tierra con remate desflecado es el punto de referencia para combinarlo con otros textiles que siguen una gama de tonos neutros, arenas y antracitas, que también alternan rayas y detalles en relieve para dar fuerza a este conjunto de cama.