Enamorarse de este ático es tan fácil... "¡Claro, ahora!", bromea la arquitecta Ana Blanco, de Mengíbar Blanco Estudio. Y es que, cuando lo vieron por primera vez, todo era oscuro, con muchas mini piezas pero ninguna de un tamaño bueno, mucho pasillo desaprovechado y la terraza, casi imperceptible en un segundo plano. ¡Debías ponerle mucha imaginación para verle la belleza! Suerte que los propietarios contaban entre sus amistades a este dúo de arquitectos que supieron sacarle la mejor de sus caras a este "bomboncito por explorar", como lo llama con cariño Ana.

Entre las gratas sorpresas que se llevaron con la reforma está la preciosa volta catalana del techo. "Había un falso techo y al quitarlo descubrimos que ocultaba esta maravilla, que pintamos a pistola, porque la idea es que se viera como desgastada. Al conservarla le dimos personalidad al piso y ganamos altura visual, haciéndolo más amplio”.

Ahora quién entra en este ático se enamora. De corazón. ¿Y la terraza? La guinda del pastel. A pesar de tener solo 8 m2 está super bien aprovechada. De hecho cuenta con dos ambientes: el de cena y de relax o copas, con el gran sofá en "L" con jardineras de obra integradas en el respaldo: "Queríamos que tuviera mucho verde, porque da profundidad". Misión cumplida.