"Nuestra pequeña Lottie tenía 18 meses y, después de unas vacaciones de verano en Estonia (de donde es mi mujer, Pille), rodeados de naturaleza y espacios abiertos, se nos hacía cuesta arriba volver a nuestra diminuta casa en España”, recuerda Leigh, propietario de este rincón del paraíso en Mallorca.
“No lo dudamos y nos pusimos a buscar una casa más amplia y tranquila donde vivir. A poder ser una casa de campo con pocos escalones y un jardín donde Lottie pudiera jugar, correr y respirar aire puro”.
A partir de ahí, encontraron esta casa en Pollença, en Mallorca, que desde entonces, no han parado hasta transformar este hogar en un lugar único. La esencia rústica se encuentra por todas partes y han conservado parte de su pasado, con la finalidad de mantener su esencia. Aparte, dispone de un gran jardín, con diferentes espacios.