Alec Baldwin era un malote. Pero parece que la buena de Hilaria lo ha transformado en el vecino que todos quisiéramos tener, en un hombre que da prioridad a su familia. O, al menos, su casa. En aquella donde nos quedaríamos a pasar la tarde, en una merienda infinita en ese office con vistas al jardín tan bonito que hemos visto en Elle Decor versión estadounidense con unas fotos increíbles.

Porque no me digáis que esos tonos suaves, ese blanco y esa madera no son de alguien sereno, de un buen hijo. O tal vez es que lo han hecho al revés: ¡han empezado por la casa! Primero la serenidad y la tranquilidad de la decoración, luego el estado emocional. Porque claro que sí, nuestras casas pueden hacernos felices, a los famosos y a nosotros.

Los Baldwin han buscado un refugio lejos de miradas indiscretas en una antigua casa de campo, que, claro, no está al alcance de todos, pero donde pillamos varias ideas para una deco rústico-chic. Para empezar, me vuelve loca una enorme puerta de madera recuperada de un granero, según leo, que han colocado como corredera. ¿Que decís que no nos vale para un piso pequeño? ¡De eso nada! Por estos lados también son tendencia, aunque aquí más que recuperarlas de graneros americanos las cogemos de rastrillos y tiendas de anticuario del Eixample, como vi en una casa de El Mueble. ¿Será que Hilaria lo vio en El Mueble? No me extrañaría nada, ¡a fin de cuentas es española! Sea como sea, un punto para Hilaria, porque seguro que fue ella la que propuso 'Oye, Alec, ¿y si nos mudamos al campo?'.

Otro de mis lugares favoritos es la cocina (soy muy de cocinas abiertas, ¿y vosotros?). Aquí no hay puertas, sólo aberturas hacia el resto de la vivienda, algo muy práctico para familias con niños (así los tienes controlados). Y no le han tenido miedo a un suelo de madera, y además, oscuro. Oscuro. Aquí se nota la sangre española de Hilaria (es mallorquina), con su punto de pasión. Porque esta cocina, por muy blanca que sea, de aburrida no tiene un pelo y transmite hasta diversión, con esos taburetes altos y su rollito de bar. O su punto de madre matriarca a los fogones, con esas flores y esos muebles de aire rústico. Hillaria, ¡te queremos!

Hilaria, que por cierto tiene su propio escritorio (te queremos aún más), con una buena mesa rusticona, una alfombra de lana gustosa y su propio cartel inspiracional de mujer empoderada como nos gusta (una gran foto de ella misma con su bebé en una revista), debe de llevar las riendas no sólo de esta relación, sino de la casa. Fotos de Alec hay alguna, claro, pero el cuadro que preside la chimenea es suyo. Y en el dormitorio principal nos lo deja claro: atemporal, con punto de power azul para empezar el día con energía, algún guiño modernillo como la mesilla, y la infalibilidad de lo clásico, como una chimenea blanca y, cómo no, una cama grande, mullida, y envolvente. Ay, Hilaria.

El cuarto de la pequeña Carmen me enamora, con su arrimadero blanco y su violeta en la pared. Es tan femenino (aunque sea para una pequeña mujercita), tan coqueto, ¡y esa mesita y esa lamparita las quiero para mí!, pero no me parece nada ñoño ni excesivo, los dos peligros en los que pueden caer los hijos de celebs, pobrecitos míos.

Hilaria, querida, tú sí que sabes.