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1.

La piscina, reina de la casa.

Desde aquí, las cálidas tardes de verano parecen discurrir a otro ritmo.

2.

Un baño inmenso.

 Con salida directa al exterior, comunica dos dormitorios de la casa.

3.

Vista al dormitorio de invitados.

Las lamas largas de madera favorecen la sensación de continuidad entre los ambientes.

4.

Hacia el dormitorio principal.

 Este baño, grande, está concebido para ser un ambiente más de la casa del que disfrutar.

5.

El dormitorio de invitados.

La austeridad es una de las claves de la sobria decoración.

6.

Un toque de color.

 La decoradora consiguió introducir el color azul en la decoración del dormitorio de los propietarios -a pesar de que estos dudaban-, que ahora combina con el agua de la piscina.

7.

Fuego y aire.

La chimenea arropa el salón. Al fondo, las vistas de la casa.

8.

Unificar en claro.

Darle a toda la casa un tono claro fue la clave de su decoración. El pavimento, originariamente de teca barnizada en oscuro, se lavó con lejía y agua para darle su aspecto natural.

9.

Comedor.

 Salón, comedor y cocina comparten un espacio único. El comedor se caracteriza por la alacena que lo preside.

10.

Los cambios en la cocina.

Antes, las encimeras eran azul eléctrico. Se cambiaron por placas de mármol macael.

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Rodeada de vegetación.

Mires por donde la mires, la casa traspúa naturalidad, bien envuelta del agua de la piscina, o bien del verde que bordea la cocina y el estar.

La casa rodea la piscina y la piscina sustituye a la piedra o al césped de un patio. Si os gusta el agua, un gusto casi irremediable, estaréis de acuerdo conmigo en que es una distribución arquitectónica ideal. Blanca blanquísima, aislada del mundo exterior, protegida por un porche continuo, la casa se vuelca hacia el interior de sí misma y se refleja en la superficie azul del agua formando un ángulo recto exacto, buscando más allá del agua las alturas de la sierra. Situándose como está situada en Andalucía, con un clima de privilegio, el placer de un baño nada más abrir los ojos después de un buen sueño está asegurado. Mi cochina envidia y la de muchas de vosotras, confesadlo, también. Más aún cuando nos encontramos en el interior con esos espacios tan limpios y diáfanos, más propios de una sensibilidad del norte que del antojo desenfadado y barroco del sur. Sus propietarios son belgas y aunque enamorados de este país y de este sol, se mantuvieron fieles a su tradición austera. En el salón, el sofá y las mesas mantienen unas estrictas líneas rectas, lo mismo en el comedor y en la discretísima cocina de mobiliario gris que parece querer pasar inadvertida mimetizada con la pared. La blancura impecable y radiante de paredes y techos es la protagonista. Y aclaro: los interiores de los que estoy hablando se sitúan en uno de los lados del ángulo. El otro está reservado a los dormitorios.

Palabras mayores. Se trata de dos dormitorios muy luminosos y despejados, un punto austeros, separados por un baño directamente espectacular. No tenéis más que verlo en esa foto esplendorosa, con la bañera situada justo bajo el gran ventanal que da a la piscina y, más allá, a las montañas. Tan bien se debe estar aquí, que la única forma de salir (pienso yo), es para lanzarse directamente a nadar a esas otras aguas tan próximas. Por tener metros cuadrados de sobra tiene hasta un par de butaquitas de ratán teñido en blanco situadas junto al armario. Para mí ése es el máximo lujo de un cuarto de baño, contar con el suficiente espacio para destinar un rincón al descanso. Llegados a este punto me gustaría aclarar una cosa, el baño es espectacular sí, por su situación, por el ventanal, por su amplitud, pero en absoluto es ostentoso, ni recargado, ni tiene un pelo de pretencioso. Sigue la misma línea de toda la casa: líneas rectas, espacios claros y ligeros, blancura resplandeciente.

Y me gustaría señalaros algo en lo que seguramente ya habéis caído vosotras, pero por si acaso. La casa es decididamente discreta y un tanto sobria. Cuenta con una sola planta, carece de cualquier símbolo de suntuosidad, está recogida sobre sí misma, y su decoración tiene la belleza de la funcionalidad y la sencillez. Unas hermosas y límpidas tablas de teca tratadas con lejía cubren los suelos de todas las estancias sin interrupción alguna, y alrededor de la piscina también está presente la madera. Me gusta, quiero deciros, este estilo limpio y sin pretensión alguna. Me gusta también la discreción con que está construida esta casa, tan volcada hacia el agua. Me gusta definitivamente su decoración clara y despojada de todo lo inútil. Es una buena manera de vivir tranquilamente la vida.

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