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1.

La entrada de la casa.

En la montaña, sobre Barcelona, esta casa es fiel a su origen, casi centenario. Piezas antiguas y nuevas conviven en ambientes de luminosa armonía.

2.

Renovación de aire inglés.

Blanco y rojo conforman el clima especial de la casa, un clima enmarcado con molduras, arcos y puertas que refuerzan su carácter regio.

3.

Armonía en los textiles.

Hace unos doce años se reformó por completo el ambiente. Una escogida colección de piezas antiguas –como las mesas auxiliares de madera del salón– da la clave de una decoración en la que reinan dos grandes sofás chéster y una mesa de centro tapizada en terciopelo rojo anaranjado, el mismo tono de las cortinas de chenilla.

4.

Comunicación entre estancias.

La puerta que comunica salón y comedor permite que la luz traspase mejor a cada estancia y aporta más sensación de amplitud.

5.

Mirador.

Con salida directa al jardín, acoge una salita de estar íntima y familiar.

6.

Para conversar.

La salita la integran dos sofás enfrentados, tapizados en colores crudo, beige y gris. Estos tonos neutros no restan ni un ápice de la calidez del parquet ni de los muebles de maderas nobles, como la mesa de centro y la banqueta.

7.

Comedor.

Con chimenea de mármol y espejo enmarcado en pan de oro, la vista se pierde en el cenador sobre el que se derrama el espeso follaje de la glicina.

8.

Cocina con aire de campo.

La cocina, aunque con toque antiguo, no esconde el exquisito cuidado de cada uno de sus detalles. Por ejemplo, el pavimento hidráulico artesanal, recuperado y restaurado, y los muebles de madera pintados en tono crudo.

9.

De madera.

Las encimeras también son de madera y las puertas, originales de la casa, se han recuperado sin dejar nada al azar: desde la elección de los pomos a las rejas de forja. Una mesa decapada y un conjunto de sillas antiguas integran el office.

10.

En el dormitorio.

Se respira una atmósfera íntima, gracias al contraste entre la luminosidad del entorno y el aire recogido del interior.

11.

Rayas y rosas.

La propietaria decidió conservar el papel a rayas granate y beige que se encontró al comprar la casa, y lo combinó con un dosel de tela con motivos de rosas.

12.

Porche.

La casa disfruta de un romántico comedor de verano. La mesa y las sillas están a la venta en Otranto.

 

Colgada en una ladera sobre Barcelona, nada más ver esta casa, uno sabe que es única y exclusiva. Solo comer al aire libre, bajo el porche sostenido por columnas y con esas vistas, es un privilegio. Envuelta en vegetación, su exterior tiene un aire romántico y soñador con sus glicinas colgantes y sus muebles de hierro, como una imagen sacada de otros tiempos y de otras tierras. En realidad mucho de eso tiene esta casa, ya que fue levantada a principios del pasado siglo siguiendo la moda modernista que, aseguro a quien me lea, se ha conservado casi intacta. Apenas se puede adivinar en las fotos, pero creedme. No insisto más porque para todas nosotras lo más provechoso es mirar sus interiores impecables, un auténtico homenaje a la decoración clásica de influencia inglesa. Un elogio también a la simetría, el equilibrio, la justa medida y las proporciones perfectas. Nada menos que todo esto. Y si no me creéis y pensáis que exagero, mirad la foto del salón con los dos sofás chester frente a frente, con las mesitas de taracea y barandilla y sus lámparas gemelas acompañándolos a cada lado de la chimenea de mármol de Carrara. Fijaos también en la exacta correspondencia de las ventanas, en la posición central de la vitrina-escritorio o en la colocación estricta de los grabados que flanquean las puertas correderas. La ubicación de los muebles es precisa y rigurosa, y obedece a unas estrictas reglas geométricas. A mí, os confieso, tal precisión me ha dejado directamente deslumbrada.
Y no acaba en lo dicho esta medición tan equilibrada. El privilegiado mirador insiste en estas mismas características. Sofás clásicos frente a frente, separados por una mesa de caoba y con una chaise longue entre los dos, en el centro justo de las puertas acristaladas. La situación de cada mueble parece estar calculada al milímetro y el conjunto desprende una sensación poderosa de orden y organización supremos. No he entrado en la calidad del mobiliario, algo evidente, pero por si las dudas lo aclaro: desde las piezas más importantes, como los sofás, a las menores, como las lámparas o los candelabros, son todas excelentes.