Los dueños de esta casa querían un refugio acogedor en la Cerdaña donde escaparse los fines de semana y en vacaciones. Por suerte pudieron comprar una casa nueva, pero no les convencían sus fríos acabados. Un hada madrina hygge, la interiorista Clara Masllorens, acudió al rescate. Enseguida supo que lo último que esta joven pareja quería era un piso urbano "injertado" en la nieve, si no una auténtica cabaña de montaña.