Los dueños de esta casa querían un refugio acogedor en la Cerdaña donde escaparse los fines de semana y en vacaciones. Por suerte pudieron comprar una casa nueva, pero no les convencían sus fríos acabados. Un hada madrina hygge, la interiorista Clara Masllorens, acudió al rescate. Enseguida supo que lo último que esta joven pareja quería era un piso urbano "injertado" en la nieve, si no una auténtica cabaña de montaña.

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Piedras preciosas

Una joven pareja compró sobre plano esta casita de muros de piedra en la Cerdaña, pero los acabados de la constructora les resultaban fríos y sin personalidad, así que contrataron a la interiorista Clara Masllorens.

2.

Una casa de montaña con un toque fresco

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La interiorista Clara Masllorens supo entender los deseos de los nuevos propietarios: “Buscaban darle aire más de montaña, más cálido”. ¿Su apuesta? La combinación de un verde suave y mucha, mucha madera.

Sofá de Casual Solutions. Mesitas de Coco-Mat. Puf de Calma House. Cortinas de Filocolore. Alfombra de Cado.

3.

Te quiero (más si eres) verde

En la cocina, que se cambió por completo, se eligió para los frontales un verde musgo que veremos salpicando varios detalles por toda la casa. “Les hacía ilusión introducir este tono porque todas las ventanas tienen vistas a paisajes verdes, es una forma de meter el exterior”, explica la decoradora.

La cocina es un diseño de Clara Masllorens, realizado por un carpintero. Encimera de Silestone mod. White Storm.

4.

Una cocina para el día a día

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“En el plano original había una cocina pequeña, cerrada y moderna, pero ellos querían todo lo contrario”, nos explica la decoradora, interiorista, que diseñó para ellos esta U de estilo rústico, con algo de cuarterón en las puertas, un Silestone mate que sube 40 centímetros sobre la pared para evitar manchas y una campana de obra completamente integrada.

Lámpara aplique, de Jielde. Grifería de Blanco. 

5.

Y se hizo la luz

Además de verde, la casa pedía luz: así que la interiorista abrió nuevas ventanas y amplió las existentes, como la que hay encima del sofá del salón, que ahora es casi una pantalla de cine donde siempre se proyecta un documental de la naturaleza pirenaica.

6.

Ideas con ingenio

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El color verde musgo de la cocina es, junto a las maderas, el protagonista de la casa, pero jugaron también con el piedra claro en paredes o en elementos tan ingeniosos como el banco del comedor (junto a la cocina).

Mesa, realizada a medida. Lámparas, de IKEA. Sillas, en La Maison. 

7.

Más madera

Por supuesto, otra clave de la fórmula para dar un toque rural fue la madera. La madera, con unos acabados espectaculares en las vigas que, como las ventanas y las escaleras, son de pino macizo tratado. En el suelo (baño y cocina incluidos), hay un maravilloso roble natural con un barniz mate.

Mesa y banco a medida. Lámparas de Ikea. Cojines de Calma House, Coco-Mat y La Maison, igual que las sillas. Mantel de Filocolore, bajoplatos de fibras de Cado. y platos verdes de Carolina Blue.

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Una escalera de madera

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La escalera mantiene el mismo roble que el resto de la casa. Así como las buenas ideas, como la estantería junto a la escalera sirve para guardar la vajilla o el hecho de haber eliminado la barandilla del primer tramo de la escalera para hacer el espacio más ligero. 

9.

Despertar con los pájaros

En el dormitorio, se mantuvo la santísima trinidad (musgo, luz, maderas) y poco más para mantener la austeridad relajada, cálida y envolvente de toda la casa. Por ejemplo, en lugar de llenar el cuarto de muebles, una repisa de roble a medida sostiene los cuadros y unos taburetes mínimos ejercen de mesitas.

Cabecero de franela y mesitas de Casual Home Solutions. Lámparas Funiculi de Marset. Funda nórdica, cuadrantes, plaid, y cojín estampado de Filocolore. La manta es de La Maison.

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Un baño rústico y moderno

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En el vemos la misma conjugación de colores y materiales que en el resto de la casa. Destacan los azulejos tipo metro de color verde musgo con matices en gris y esmaltados, que potencian ese punto rústico pero sin perder modernidad. Los detalles en madera ayudan a sumar calidez. 

Lavamanos, de Bathco. Apliques Tolomeo, de Artemide. Azulejos, de Neocerámica. 

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Bohemia buhardilla

En la buhardilla, una enorme tarima de roble sirve de base a un sofá hecho con un colchón a medida. Aquí pusieron el despacho. “Detrás del escritorio hicimos un zócalo que camufla cables e instalaciones y que sirve para apoyar libros”.

Sofás a medida diseño de la decoradora. Cojines de Coco-Mat, Filocolore y La Maison, igual que la alfombra.

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Un sofá extra en la buhardilla

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Perfecta como cama extra, este sofá sirve también como espacio para desconectar del mundo. Está hecho a medida, con una base de roble que le da calidez al espacio y que supone un punto de continuidad con el suelo. 

Base del sofá de tarima de roble. Lámpara de sobremesa, modelo Fad, de Santa&COle. Alfombra, de La Maison. 

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La casita perfecta

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Y es que esta casa, además de bella y rústica, está pensada para ser funcional y ordenada. Por eso es la casa de montaña definitiva

Banco y butaca, de Coco-Mat. Alfombra, en La Maison. 

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Reina de las nieves

Aunque en este proyecto Clara Masllorens ha compuesto el refugio de montaña ideal, lo cierto es que es una interiorista todoterreno que ejecuta tan magistralmente un piso minúsculo en la ciudad, un ático con vistas o una casona familiar. ¿Su especialidad? Muebles y soluciones diseñados a medida que sirven de almacenaje, asiento, librería y ocultar instalaciones como cables, todo a la vez.