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Entrada al refugio

Del antiguo pajar que fue esta casa queda poco: los muros de piedra, algunas vigas y la considerable altura de los techos, que permitió agregar la planta de los dormitorios. Sin embargo, se mantiene intacto el aire rústico del que se ha querido impregnar la vivienda, propiedad de una familia amante del paisaje montañés de la Cerdaña.  

Armarios de pino de Flandes, a medida por Fusteria Aram. Pavimento porcelánico, de Acocsa. Perchero, en Little House. Mesita, en Merc&Cía. Baúl, de herencia. Lámpara comprada en francia, Alfombra, de Francisco Cumellas, en Alterra. Faroles, de Becara. 

2.

Con encanto en los detalles

La lámpara, adquirida en Francia, y el mueble de herencia dan un aire muy personal al recibidor, pero sin perder su esencia rústica. Detrás vemos una pared de cristal, uno de los muchos recursos empleados por la interiorista Mª Luisa Malagarriga para dar luz a este antiguo pajar. 

3.

Un salón con vistas

La interiorista, que contó con la colaboración de los arquitectos Llorenç Olivé y Javier Trilla, fue la responsable de convertir aquel cubo vacío en una casa con espacios comunes muy bien aprovechados. ¿Cómo? Con puertas correderas y grandes paneles acristalados, que dividen los espacios sin cerrarlos a la luz. “Así se está más recogido en invierno y abiertos al exterior en verano, pero siempre disfrutando de la luz natural”, explica la interiorista. Un buen ejemplo es el gran ventanal hacia el exterior, que ilumina el salón de tonos tierra para fusionarse con el paisaje. 

Sofá tapizado con blanco lino, en Little House. Cojines y plaid, en Matèria. Sofá de terciopelo, lámpara, mesa de centro, banqueta y lámpara de pie, en Becara. Cortinas, con telas de Tarrés, en Tapicerías Rey. Alfombra, de Francisco Cumellas, en Altera. 

4.

Calidez para tres generaciones

La funcionalidad era primordial, porque en invierno pueden reunirse aquí hasta tres generaciones de esta familia aficionada al esquí. Aunque también crear espacios acogedores, como este salón, donde la chimenea es el corazón del salón. Además de calidez aporta un toque rústico. El mueble, diseñado por la interiorista encaja la chimenea, dándole mucha presencia a la veta de la madera. Todo formando parte de un estilo que la interiorista denomina “intemporal”.  

Mesa de centro y banqueta, de Becara. Candelabros y cestos, en Velafusta. Flores, de Pepe Oliva. taburetes de madera y cuero, en Pilma. Chimenea con embocadura forrada de madera, en ABC Xemeneis. 

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Muy natural

Las flores, además de una agradable fragancia, aportan un aire natural en el salón. Pequeños bodegones con velas y otros elementos decorativos aportan carácter a cualquier estancia. La mesa de centro, con el sobre de madera envejecida, imprime un carácter muy vivido.

6.

Un refugio que mantiene sus raíces

Los dueños de este refugio han querido mantener elementos como la piedra y la madera para aportar mayor sensación de refugio, aunque incluyendo elementos funcionales. Para ello, Mª Luisa ha combinado distintos materiales y complementos: un porcelánico de color hierro oscuro para el suelo en grandes piezas cuadradas y lo ha abrigado con alfombras de lana de pelo largo.   

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El comedor, el centro de la casa

Se han eliminado los tabiques para comunicar en un mismo espacio el comedor y el salón. De hecho, es aquí donde se reúne el espacio central de la casa, separados apenas por un sofá de terciopelo gris. El comedor queda envuelto por un techo de madera con bovedillas y por el muro de piedra original; la mesa, de ligero aire colonial, se acompaña con sillas de fibras.

Mesa y sillas de ratán, de Becara. Lámparas de techo. de Deumar Iluminación. Pantallas de Ferrumplus. Alfombra, de Francisco Cumellas. 

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¡Todos a la mesa!

La vajilla junto a los caminos de mesa inspiran el estilo rústico como el resto de la decoración con colores naturales. 

Vajilla, modelo Linen. Copas, cubiertos y portavelas, de Becara.Caminos de mesa de lino, en Matèria.

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Espacios bien comunicados

Al prescindir de tabiques en la zona del salón y comedor, la comunicación de los diferentes ambientes es más fluida y disfrutan de más claridad y amplitud. La escalera que parte del salón hacia la zona de dormitorios se acompaña de una barandilla de hierro en sus tramos bajos y de cristal en los más altos, una opción ligera y luminosa. 

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El pasillo hacia lo más rústico

Desde el salón y comedor, cinco escalones de granito conducen a la cocina, el rincón más rústico de la casa. 

Apliques y focos, de Ferrumpus, en Deumar Iluminación. Farol, en Becara. 

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Una cocina que fusiona lo rústico y lo moderno

“Aquí las vigas y el muro son originales. Se agregó una encimera de granito negro, y la nevera y hornos de acero, para marcar el contraste”, explica la interiorista. Una mesa cuadrada aprovecha el espacio para crear un office. De hecho, la cocina fusiona el estilo cálido y rústico a través de las vigas de madera natural pintadas en blanco con un estilo más moderno, gracias a los electrodomésticos de acero inoxidable y una gran isla que preside la cocina. 

Mobiliario, en Dolors Cuines. Encimera de granito, en Mármoles Segovia. Salpicadero, con revestimiento de Acocsa. Grifería, de Zuchetti, en Tono Bagno. Mesa y sillas, diseño de la decoradora realizado por Dadra. 

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Paredes de piedra

En la cocina, se ha aprovechado a modo de hornacina un entrante en la pared de piedra original. Una solución que aprovecha el espacio y decora al mismo tiempo. 

Botes de cocina, en Velafusta.

 

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Comunicado con el baño

El dormitorio se ha planificado abierto al vestidor y comunicado con el baño por una ventana, que además deja que la luz pase a la estancia. Los estores venecianos de madera dan intimidad. La pared del cabecero, tapizada con franela, da un toque abrigado muy original. 

Cabecero tapizado y banqueta, diseños de María Luisa Malagarriga, realizados por Tapicería Rey. 

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Abierto al exterior

En el dormitorio, se planificó una pared de cristal para separarlo de la terraza. Esta solución ayuda a incrementar la sensación de amplitud tanto como la luminosidad. Y no se pierde intimidad gracias a las cortinas de un beige más oscuro que el resto de la gama de la estancia. 

Banqueta, diseño de María Luisa Malagarriga, realizada por Tapicería Rey. Sillones, reposapiés y velaro, de Becara. Cortinas, confeccionadas por Tapicerías Rey. Alfombra, en Alterra. Pavimento de pino de Flandes, en Fustería Adams. 

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Un dormitorio con vestidor abierto

Dos butacas blancas de estilo romántico presiden el dormitorio. Son una pequeña zona de relax para disfrutar de la lectura y del paisaje de montaña. De hecho, el carácter afrancesado de este rincón de estar es el contrapunto a esta decoración más rústica.

Sillones y reposapiés, de Becara. Alfombra, de Alterra. Cojines de lino, de Velafusta.

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Todo en orden

El vestidor ha sido diseñado por la decoradora con pino envejecido de Flandes. Abierto, es más ligero y facilita la localización de la ropa.