Nuestras madres son nuestras profesoras de vida. Grandes y sabias mujeres de las que nunca dejamos de aprender. En el ámbito del hogar, todos participamos en el orden, la limpieza y la organización, pero ellas son quiénes nos han dado los mejores consejos para que reine siempre la armonía. Es por ello que al crecer, hemos seguido adaptando sus hábitos en nuestra propia casa. De hecho, gracias a unos tips que me dio la mía, he conseguido mantenerla siempre impoluta, ¡y sin apenas esfuerzo! Lo único que tienes que hacer, es tener dichos consejos siempre en mente. Te los cuento para que tú también sientas que tu vivienda es mucho más habitable y así aumente tu confort en ella. ¡Y son solo tres! Mira, mira.

Trucos de orden que aprendí de mi madre

1. Adiós a lo que ya no usamos

A veces es complicado deshacernos de cosas que creemos que vamos a poder utilizar en un futuro, pero si lo piensas bien, hay multitud de artículos en tu casa que estorban y que realmente llevas sin darles uso mucho tiempo. Pueden ser desde objetos a prendas de ropa, utensilios de cocina, productos de aseo o limpieza... Al deshacerte de ellos, será mucho más fácil que tu casa se mantenga despejada y ordenada, porque no habrá nada que entorpezca el paso ni el ambiente. Puedes regalar o donar aquello que ya no uses siempre que esté en buen estado. ¡Es una buena forma de reciclarlo!

2. La regla infalible de los 10 minutos

Esta regla es muy sencilla de entender y de aplicar. Consiste en tomarte al día tan solo diez minutos para ordenar aquello que visualmente esté más desordenado. Recoger ropa que hayas dejado por medio, fregar cuando termines de comer, recoger el baño cuando hayas terminado de ducharte... son pequeños detalles que no te llevarán más que este breve periodo de tiempo y con los que siempre verás tu casa perfecta. ¡Funciona! Puedes aplicar esta regla tanto por las mañanas como antes de dormir, así garantizarás un descanso mucho más confortable.

3. colaboración de todos

Si vives solo, sabrás que las tareas domésticas te pertenecerán solo a ti. Pero si compartes hogar con otros miembros, ya sean familiares o compañeros de piso, lo más justo es que las tareas se repartan y todos colaboren por mantenerla ordenada y limpia. Y sí, los niños también. Podemos dejar que ellos se encarguen de cosas sencillas o que, por ejemplo, se ocupen de dejar siempre recogidos sus juguetes, que recojan su plato cuando terminen de comer, que cuelguen su ropa... 

Estas pequeñas reglas pueden convertirse en una rutina sencilla y fácil de llevar a cabo que, una vez comiences a realizar, no te darás cuenta de que en realidad se trata de una tarea. Los hábitos se adquieren y poco a poco se van adaptando a nuestro estilo de vida. Así, tu hogar se convertirá en ese rincón de paz y calma visual que tanto vas a agradecer. También puedes enseñar al resto a adquirir estos hábitos para que os ayudéis mutuamente y así sea un compromiso de todos. 

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