Si quieres alargar la vida útil de una pieza de asiento pero no estás dispuesto a retapizarla, una alternativa son las fundas. Tienen la ventaja de poder quitarse para lavarse, pero antes de decidirte es importante tener en cuenta una serie de consideraciones:
La pieza que va a llevar fundas, ¿es desenfundable?
Si el sofá o las sillas no son desenfundables, el acabado que ofrecerá una funda nunca será tan impecable como el de una tapicería nueva, porque la pieza no está preconcebida para llevarla. El tapicero deberá hacer un "traje a medida" y adaptar la silla o el sofá a la nueva funda.
'Fundas fantasma'
Este tipo de fundas no buscan ajustarse mucho a la pieza, sino cubrirla con cierta confección. Su acabado es mucho más informal y al no ajustarse tanto al mueble, son más fáciles de quitar y poner y más económicas que unas fundas a medida tradicionales.
Las telas más indicadas
Para confeccionar una funda a medida la tela debe ser muy adaptable. Por eso, se suele trabajar con tejidos más finos y ligeros –tipo algodón– y con menos gramaje que los de tapizado. ¿La contrapartida? No serán tan duraderas.
El consejo de Enric Castilla, tapicero de Gancedo, es que si las sillas van a estar sometidas a mucho trote, es mejor plantearse retapizarlas. Si, en cambio, van a tener un uso más decorativo, una funda puede ser una buena opción.
¿Son caras?
Dependerá de la tela y del tipo de acabado que busques. Hay fundas estándar de sofá y de sillas en El Corte Inglés y en Amazon a partir de 20 €. Pero al no ser a medida, no se les puede pedir un acabado impecable. Si tu sofá es de Ikea, puedes encontrar una funda a su medida desde 129€ en Sofatherapy, porque está especializado en fundas de esta firma.
En cambio, si quieres que la funda sea a medida, para que se ajuste más y mejor, el precio puede ser un 25-30% más económico que lo que puede costar retapizar esa pieza. Aunque, apunta Castilla, si la pieza no está pensada para llevar fundas, incluso podría ser más caro hacerle una funda que retapizarla.