COCINA

10 desastres (y sus soluciones) que no te dejan disfrutar de la cocina

Funcional pero poco acogedora, divina pero sin espacio para guardar, estrecha, oscura, incómoda... Si tu cocina muestra alguno de estos síntomas sigue leyendo, ¡tenemos la solución!

Isabel Arjona

Periodista especializada en decoración, reformas, baños y cocinas

Actualizado a 17 de febrero de 2023, 12:58

Tanto si te gusta cocinar como si lo haces porque es estrictamente necesario, de lo que no cabe duda es que contar con el equipamiento más adecuado no solo aligera y facilita las tareas, sino que también invita a compartir y vivir la cocina.

1. No seas fashion victim...

La reforma de la cocina implica una importante inversión y molestas obras así que, antes de sucumbir a esos frentes naranja de inspiración pop o esas baldosas de patchwork de mosaico hidráulico que tan bien quedan en las fotos, plantéate que tendrás que verlos durante muchos años. No en vano los profesionales aconsejan optar por un diseño atemporal, que pueda adaptarse a las tendencias del momento con la ayuda de los pequeños electrodomésticos y los accesorios de cocina –siempre puedes comprarte la cafetera, la batidora y los paños de cocina naranjas–.

2. ... ni excesivamente prudente

Esto no quiere decir que, por miedo a cansarte del estilo de la cocina, acabes proyectando un espacio que no te diga nada desde el primer día. Define cuál es el que mejor te va de entre la amplia oferta existente y elige los elementos más permanentes en tonalidades claras y neutras que aporten luminosidad y amplitud. Aporta acentos de estilo de la mano de los tiradores –que puedes renovar de forma sencilla y con una mínima inversión–, el frontal de la encimera –que puede customizarse con paneles de vidrio o policarbonato personalizados con imágenes o decorados– o el equipamiento del rincón de office.

3. Industrial, sí. Aséptica, no

Te dejaste llevar por la moda del estilo industrial y, ahora, un exceso de acero inoxidable y líneas minimalistas ha convertido tu cocina un lugar frío y poco acogedor. No te preocupes: puedes introducir algunas notas de calidez sin comprometer su estilo mediante, por ejemplo, elementos de aire vintage de estética fabril.

Un suelo de madera, una pared de ladrillo visto –los paneles sintéticos simulan este material a la perfección con una sencilla colocación–, unos taburetes de oficio recuperados para completar la barra del office, una encimera de madera envejecida o unas simples cajas antiguas de refrescos o fruta a modo de contenedores pueden obrar maravillas sin tener que embarcarse en reformas.

4. ¿De suelo a techo?

Al proyectar la cocina es habitual verse poseído por el impulso de aprovechar hasta el último milímetro con armarios hasta el techo. Si bien estos son una solución adecuada en cocinas amplias –siempre que se reserven las zonas más altas y de difícil acceso a elementos de uso esporádico–, en una cocina de planta alargada o estrecha pueden acabar creando una desagradable sensación de túnel. En estos casos, es mejor renunciar a poner armarios altos en una de las paredes –en cocinas diseñadas en paralelo– e incluso elegirlos ligeros y de diseño horizontal -están de moda los de puertas abatibles con vidrio matizado– para equilibrar el espacio.

5. Tú llegas a todo

De poco sirve tener muchos armarios altos si para coger cualquier cosa de ellos hay que hacer toda una tabla de estiramientos. Para que esto no suceda, se aconseja colocarlos a unos 140-150 cm del suelo y a unos 60 cm de la encimera de trabajo, de modo que sean accesibles a los distintos usuarios de la cocina.

En cuanto a los armarios bajos, pese a su fácil acceso pueden resultar un auténtico agujero negro si están equipados con baldas fijas, ya que las cosas colocadas al fondo suelen acabar perdidas u olvidadas. Invierte un poco más en su equipamiento y sustitúyelas por bandejas o cestas extraíbles, que lo dejen todo a la vista y a mano.

6. ¿Todo a la vista?

Las barras y los raíles para colgar en las paredes resultan muy decorativos y rentabilizan un espacio que, de otro modo, quedaría desaprovechado, pero hay que tener en cuenta que en la cocina se producen grasas y vapor que pueden hacer que los utensilios guardados de este modo acaben por estar siempre sucios. Evítalo colocándolos en zonas alejadas de la placa de cocción o el fregadero y resérvalos para los elementos de uso más frecuente para que no acumulen polvo.

7. ¿Quién cocina hoy?

Si la altura de los muebles es importante para acceder a su contenido con facilidad, la de la encimera resulta vital para trabajar con comodidad y sin forzar la postura. Por norma general se sitúa a unos 90 cm por encima del suelo, aunque lo mejor es personalizarla a las medidas del usuario más habitual, de modo que permita situar los brazos en un ángulo de 90 grados con respecto al plano de trabajo.

Jugar con las alturas de los distintos elementos que componen los módulos bajos de la cocina te permitirá adaptar las distintas zonas de trabajo a las constituciones de usuarios diversos –y que nadie pueda escudarse en el dolor de espalda para no fregar los platos–. Los zócalos regulables son grandes aliados para elevar el conjunto, sobre todo combinados con encimeras de grosores variables que pueden oscilar desde los 2 cm de las más finas hasta los 10 cm de algunas de las propuestas más actuales.

8. Encimera (más) práctica

La encimera es un elemento clave en la cocina y, según el material en el que se elija, puede suponer una partida económica importante en el conjunto del presupuesto de reforma. No obstante, hasta la superficie del material más tecnológico y resistente acaba resultando inútil si acaba abarrotada de cacharros. Para que esto no suceda, puedes colocar un módulo de persiana en un extremo de la zona de trabajo, que te permita ocultar o tener a mano los distintos utensilios que emplees para preparar las comidas. Una solución incluso mejor es incrementar en unos 20 cm la profundidad de los módulos bajos y aprovechar ese espacio para colocar unos contenedores murales de poca profundidad para complementos y pequeños electrodomésticos frente a la encimera.

9. Que nada te haga sombra

Incluso la cocina mejor equipada no solo acabará deslucida, sino que resultará poco funcional si no hemos prestado atención a la iluminación. Los focos de bajo consumo y que no generen calor son los más adecuados para iluminar de forma homogénea un espacio que requiere largos períodos de tiempo con la luz encendida. Para ello, asegúrate de que están colocados a unos 70 cm unos de otros y, a ser posible, alineados con el borde de la encimera y no concentrados en el centro de la estancia, para evitar que nuestro propio cuerpo proyecte sombras sobre la zona de trabajo.

Una luz blanca, directa y focalizada sobre la encimera, puede ayudarnos a completar una iluminación general no demasiado acertada: un fluorescente de última generación o una tira de leds bajo los armarios cumplirán a la perfección esta tarea.

10. Nunca hay suficientes enchufes...

La cafetera, la tostadora, el exprimidor, la batidora... Cada vez son más los utensilios eléctricos que, pese a hacernos la vida más fácil, exigen un número creciente de tomas de corriente. Para no acabar un sinfín de multiplicadores –molestos y hasta peligrosos si se sobrecargan– resultan muy útiles las torres de enchufes integradas en la propia encimera, que se ocultan en su interior cuando no se necesitan. También existen cajones y armarios especialmente pensados para pequeños electrodomésticos, que incorporan tomas de electricidad en su interior.

Y si quieres saber cómo mantener en orden la cocina, ¡no te pierdas este vídeo!

 

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