No se trata de tener más o menos metros en casa. Ni de contar con un amplio jardín o tan solo un coqueto balcón. Ni tan siquiera de tener una decoración más funcional o una con piezas de diseño o antigüedades. Tener la casa perfecta es muchas veces una cuestión de feelings, de emociones, de sensaciones... La emoción de pisar una mullida alfombra de lana en invierno tras descalzarnos al llegar a casa, la sensación de confort y relax al tumbarse en el sofá para ver un nuevo episodio de nuestra serie favorita y, por fin, desconectar... Y es que de casas perfectas hay muchas. Tantas como personas las habitan.
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