Decorar con estilo tu casa es un largo camino de aprendizaje que te lleva toda una vida. A base de cometer errores, aprendes a escucharla, conocerla y quererla tal y como es. Esto es lo que he aprendido yo de la mía ¡A ver si coincidimos!
Aprender a escuchar lo que pide tu casa, afrontar tus necesidades y valorar las propuestas de un interiorista son algunas lecciones deco que debes interiorizar al llegar a los 50.
El Mueble
Como todo en la vida ¡si supieras decorar con 20 años lo que has aprendido al llegar a los 50 sería la bomba! Pero no es así. Ahora no solo te conoces mejor a ti misma, sino que has aprendido a querer y valorar tu ¿última? casa con sus pros y sus contras. Estas son las 20 lecciones deco (seguro que hay más) que mis sucesivas casas me han enseñado a fuerza de equivocarme. Rectificar es de sabios.
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Salón con sofás, de Fama Sofás. Mesa auxiliar, de Vical. Mesa de centro de madera de roble, de Zara Home. Alfombra, de KP.
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Menos es más
Con 23 años, decoré mi primera casa con los muebles básicos por economizar, ahora a mis 50 (y tantos) en mi cuarta casa vuelvo a abrazar esa idea arrastrada por otros motivos: prefiero tener menos cantidad de muebles pero más calidad. Así, la decoración del salón se aligera a la vista y el mobiliario adquiere todo su protagonismo.
Un par de sofás blancos y una mesa de centro es el escueto mobiliario elegido en este salón por las interioristas Elisa Martínez y Odone Elorza. ¡No hace falta más!
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Salón con sofás modelo Tamarindo, de Crearte. Mesas de centro, mesa auxiliar de hierro negro y librería, diseño de Tessa Interiorismo.
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El blanco no es el único neutro
Del papel pintado de mi infancia pasé a las paredes blancas blanquísimas de mis posteriores casas esperando con ansia que el color volviera a mi vida. Y así ha sido. He aprendido que el blanco no es el único neutro capaz de iluminar y ampliar una estancia. Beiges y grises lo impregnan todo de calidez y elegancia.
Hay que perder el miedo a introducir el color. Yo lo hice y aún me acuerdo de aquel cuarto de baño amarillo limón. Era tan alegre que entrar en él era un chute de energía diario. Las interioristas Chari Manzano y Teresa Asensio han equilibrado este salón con un delicioso beige en las paredes y un sofisticado gris en la estantería.
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Salón con puff y lámpara de sobremesa, de D'Oliver. Lámpara de pie, de Karlskrona Lampfabrik. Alfombra, de Rugvista.
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Un sofá bueno es una buena inversión
Mis primeros sofás fueron un colchón pegado a la pared rodeado de múltiples cojines muy chill y un modelo plegable tan práctico como incómodo. Ahora que pinto canas mi sofá tiene todo lo que quiero, está mullido lo justo, su respaldo alto recoge mis riñones con delicadeza y mi cabeza descansa en sus brazos redondeados al tumbarme.
He aprendido (tarde) que tener un buen sofá no es un gasto es toda una inversión. ¡Cuántas sesiones de fisio me hubiera ahorrado!
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Salón con sofá a medida, diseño de la decoradora y tapizado con tela de Gancedo. Mesa de centro, butacas y cojines, de La Bòbila. Pufs de mimbre, de Catalina House.
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Mezclar materiales, texturas y colores, suma estilo
La decoración de mis casas han pasado por diferentes estilos: bohemio, vintage, contemporáneo, clásico... De todas las etapas guardo algún que otro mueble que me ha acompañado mudanza tras mudanza. He aprendido que todos los estilos tienen su aquel y que la consigna mix and match, funciona.
Blanca Tey ha combinado en este salón madera, metal y fibra; beiges con azules y blancos; formas rectilíneas y redondeadas. ¡Y lejos de parecer un batiburrillo, es todo un éxito!
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Salón con sofá, de Maisons du Monde. Librería de Pladur, diseño de la decoradora. Alfombra, de Gra. Butaca, mesas de centro y espejo, de Sacum.
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El orden no tiene edad
Confieso que nunca he sido un modelo de orden. Por eso me ha costado tanto llamar la atención a los míos cuando sus cuartos parecían leoneras. Pasada ya la caótica adolescencia, intentamos por el bien de todos buscarle un sitio a cada cosa y que este sea inamovible. Nunca es tarde para aprender que mantener las estancias comunes organizadas, nos hacen sentir mejor y disfrutar de momentos tranquilos en familia.
La interiorista Cristina Mateus ha apostado en este apetecible salón por líneas rectas, simétricas y desahogadas.
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Sofá, butaca y puf, de Gervasoni. Mesa de centro, de Taller de las Indias. Lámpara de pie y taburete, de Catalina House. Cortinas, de La Maison. Alfombra, de BSB.
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Una buena iluminación lo es todo
Desde siempre me ha costado mucho elegir lámparas. Nunca daba con el modelo preciso. Las sencillas pantallas de papel de arroz me salvaron de ver las bombillas peladas en mis primeras casas. Con el tiempo, y a fuerza de empaparme de revistas de decoración, he aprendido que no hay una sola lámpara para una estancia, sino muchas. De techo, de pie, de mesa... Una por cada ambiente que quieras crear.
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Salón con sofá y butaca Barcelone, de Maisons du Monde. Mesa de centro y espejo, de Francisco Segarra. Mesas nido y mesa velador, en Estudio Villa Juana. Puf, de TC Collection.
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Una alfombra de calidad es para siempre
Durante mucho tiempo he tenido en diferentes estancias de la casa alfombras de fibra natural porque ante todo me parecían funcionales en cualquier época del año. Mis gustos han cambiado y ahora siento debilidad por las alfombras de pelo. Hacen que la pisada sea mucho más agradable, decorativamente son más atractivas y su calidad está a prueba del paso de los años.
Las interioristas Ana Berganza y Paula Heredero han hecho de este salón un lugar súper acogedor gracias a la presencia de suaves alfombras que delimitan espacios.
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Salón con chaise longue y estantería, diseño de Cado.
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Redecorar te hace sentir mejor
Cuando era más joven me encantaba meterme en reformas imposibles dentro de casa. Ahora admito que me da más pereza, por eso, he sustituido la palabra reformar por redecorar. No hay nada como cambiar los muebles de sitio para sentir que estrenas espacio. ¡Oye, y da resultado! Pruébalo y ya me contarás.
La decoradora Jeanette Trensig ha creado en un espacio vacío cerca de la ventana una agradable zona de lectura con chaise longue y muebles ligeros.
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Salón en color beige. Sofá Bruce, de Atemporal. Butaca, de Crearte. Mesitas, librería y cortinas diseño de Sylvia Preslar, en Casa con Alma. Cojines con tela de Ralph Lauren.
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Convertir la atemporalidad en tendencia sin caducidad
Cuando uno es joven se siente más tentado de seguir las tendencias. Parece que no eres nadie sino lo haces. Con el tiempo he aprendido que sí, me gusta conocerlas, pero ya no me muevo tanto por ellas. Prefiero una decoración atemporal que no esté bajo la dictadura de estar de moda una o dos temporadas y luego ¡adiós, muy buenas! Una manera astuta de mantener mi casa estilosa en el tiempo.
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Cocina con mobiliario, diseñado por los arquitectos. Encimera, de Silestone. Electrodomésticos, de Whirpool. Taburetes, de Vintahome.
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Abrir la cocina al salón es una necesidad
Si hay una propuesta decorativa que me convenció desde el minuto uno esa es el open concept. Todo lo que sea facilitar la comunicación, me atrapa. ¿No me digas que estar en la cocina sin perder ripio de lo que pasa en el salón no es una pasada?
Y si esa transformación te resulta demasiado drástica, haz como los arquitectos Cristina Manene y Fernando Orte: diseñar un cerramiento acristalado que comunica la cocina con el comedor.
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Proyecto de cocina de Ramisa Projects & Fun.
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Dejarse ayudar por la tecnología smart
Hubo un tiempo en mi vida que la limpieza se convirtió en una obsesión. Los paños de todo tipo eran una extensión de mis manos. ¡Menos mal que todo pasa! Limpiar menos y dedicarme más tiempo a mí y a los míos es ahora mi mantra.
Para hacerlo realidad me he rodeado de electrodomésticos eficientes energéticamente, que se limpien solos, tejidos antimanchas, fáciles de planchar... A los que he sumado grifos que reducen el caudal del agua, sistemas eco para lavar, luces led que duran y duran... Y lo más importante, he delegado tareas en otros miembros de la familia que lo hacen igual o mejor que yo.
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Dormitorio con cabecero, de La Maison. Mesita de noche, de Crisal, en Catalina House. Butaca Victorine II, de Habitat. Escritorio, de Taller de las Indias. Silla y lámpara flexo, de Triggo.
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El dormitorio no es solo para dormir
Descansar, leer, amar, ver la tele... Hasta ahora tenía claro la funcionalidad del dormitorio pero quién me iba a decir a mí que lo iba a utilizar ¡para trabajar o hacer yoga! Pues sí, la pandemia me enseñó que un escritorio en el dormitorio te permite ser más productivo sin molestar al resto y desconectar sobre la alfombra sin que te molesten.
Solange Van Dorssen reservó en este dormitorio un espacio para zona de lectura y otro de trabajo con escritorio que lo hacen muy completo.
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Baño con armario bajolavabo y lavamanos, diseño del Estudio Hoc Volo. Alfombra, de Zara Home.
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Una buena ducha sustituye (y muy bien) a la bañera
¡Cuántas veces en mi vida he terminado una agotadora jornada de trabajo metida en la bañera rodeada de espuma! Con la sequía que atenaza el país, he aprendido que el agua no es un recurso inagotable. Mi conciencia eco se ha disparado a la misma velocidad que los pantanos vacíos.
Y para no caer en la tentación, he sustituido la bañera por una ducha. Los baños son igual de reparadores, gasto menos agua, el Planeta me lo agradece y... ¡Querrás creer que mi baño parece más grande!
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Salón con sofá y butacas Chéster de piel, realizados a medida en Tapicería Quadratto. Mesas de centro, de hierro, realizadas a medida. Alfombra, de Basarabian.
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Concebir la terraza como un espacio más de la casa
Reconozco que durante mucho tiempo no he prestado la debida atención a la terraza. Procuraba que estuviera limpia y ordenada pero nada más. Desde hace tres años he descubierto que puede (y debe) ser un espacio más de la casa.
Ahora ha resurgido como Ave Fénix, mimada, cuidada, amueblada, la disfrutamos orgullosos en cualquier época del año. Parece una prolongación del salón gracias al uso del mismo revestimiento y colores en ambas estancias, como ha hecho aquí la interiorista Fátima Vilaseca.
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Dormitorio con mesita de noche y butaca, de Crisal Decoración.
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Cambiar los textiles según la temporada
¡Ya no hay excusa posible! A la vez que hago cambio de armario y zapatero, cuando el tiempo así lo exige, hago lo propio en el salón y el dormitorio. Toca cambio de colchas por edredones, fundas de cojines y almohadones de lino por otras de lana, plaids ligeros por otros más abrigaditos, alfombras ligeras por las de pelo... y viceversa. Y he de decir que me gusta este cambio porque es otra forma de redecorar la casa.
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Salón con sofás, de Ikea. Mesa de centro, diseño de la decoradora. Butaca, de mimbre, de Mestizo Store. Alfombra, de Kilombo Rugs.
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Querer tu casa con sus virtudes y defectos
Puede que mi casa no sea exactamente la casa de mis sueños, pero es mi casa ¡y la quiero! A esta edad he aprendido a reconocer sus virtudes y defectos. A las primeras las resalto y a los segundos, trato de sacarles el máximo provecho. ¿Cómo? Siempre pidiendo consejo a profesionales que ven más allá de donde yo llego. Tener un pequeño office en la cocina o un vestidor en mi dormitorio, algo impensable en principio, se ha convertido en realidad gracias a la ayuda de un interiorista.
La interiorista Belén Ferrándiz conservó en este salón la enorme viga de madera que, lejos de afear, da identidad a la casa.
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Salón con sofás, de Atemporal. Mesa de centro, de Pilma. Alfombra, de KP. Mueble para el televisor, puf y lámparas, de Sacum.
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Valorar los pequeños detalles
En casa de mis padres, siempre había un jarrón con claveles presidiendo la mesa del comedor. Un gesto amable que me ha acompañado a lo largo de mi vida. Y es que decorar la casa no solo implica amueblarla a gran escala, los detalles pequeños importan y mucho.
Así, he aprendido que tener en el salón, en la cocina o el dormitorio un ramo de flores o una o varias plantas me aportan grandes dosis de alegría, son la guinda de la decoración.
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Salón con mueble realizado a medida, de Rodes Arquitectura & Diseño. Sofá, de Tapidisseny. Mesa de centro, de Zoco Home. Butaca, de MD Toliles Nature.
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Amueblar la segunda residencia como la primera
Hasta hace poco la casa de la playa era aquel lugar donde ir en vacaciones para cambiar de aires, sin más pretensiones. Gracias al teletrabajo me he sorprendido haciendo pequeñas escapadas ¡y no solo en puentes o fiestas! Cualquier momento es bueno.
Y lo que es mejor, me he descubierto como quien no quiere la cosa queriéndola amueblar con todas las comodidades de mi casa urbana. Poco a poco lo estoy consiguiendo. Residir en ella en temporada baja es una buena forma de disfrutarla de otra manera.
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Salón con molduras en las paredes. Sofá y puf, de Thales de Mileto. Cuadro, de Línea Lateral. Cojines lisos, de Indietro y estampados, de Mestizo Store. Alfombras, de Gancedo.
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Rodearte de belleza
No te sorprendas si, rondando esta edad, te vuelves un poquito más moñas y te descubres emocionada al contemplar el esmerado bordado de un cojín, el sutil diseño de una mesa o el dibujo impactante de un cuadro. Sí, tienes la sensibilidad a flor de piel. A veces me ocurre y no pasa nada. Llegadas a esta bendita edad rodearte de belleza se convierte en algo primordial que también quieres para tu casa.
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Mesa auxiliar de Crisal Decoración.
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No cargar con piezas heredadas por obligación
Cuando llegamos a esta década prodigiosa, empezamos a notar la falta de algún ser querido. Heredar un mueble antiguo se hace más que probable. Por experiencia te digo que si te hace bien y le encuentras un sitio adecuado, ¡adelante! Pero no lo sientas como una presión. Si ello conlleva tristeza, añoranza o una carga, deshazte de él ipso facto. También puedes darle otro aire customizando el mueble. Así lo conservas pero mirándolo con otros ojos.