No dejes que las luces navideñas te confundan y acabes convirtiendo tu casa en un bazar repleto de colores luminosos y cachivaches supuestamente festivos. La línea entre una decoración espectacular y una recargada –o entre una minimalista y una sosa– puede ser muy delgada, por lo que conviene pensarla con detenimiento. Para que lo tuyo no se convierta en una pesadilla (estética) antes de Navidad y puedas decorar, entre otras estancias y zonas, tu salón navideño, comedor, terraza o recibidor, aquí te echamos una mano.

¿Todo vale?

¿Adornos vintage con una bola de discoteca? ¿Playmobils en el belén de herencia de tu abuela? Que se lleven las mezclas en decoración no quiere decir carta blanca para colocar lo primero que te llame la atención de la tienda, porque tu casa acabará convertida en un bazar sin orden ni concierto en vez de en un espacio entrañable y acogedor. Antes de empezar a colocar nada, decide qué te apetece más este año: una navidad clásica, desenfadada, original, naif... Tenlo en mente cuando salgas a buscar lo que necesites y procura que todas las piezas sigan una misma estética. Todo vale, pero con estilo...

Brillante, no deslumbrante

Los días son cada vez más cortos a medida que nos acercamos a la Navidad y de ahí que las luces se conviertan en poderosos aliados para combatir los largos períodos de oscuridad. Simbolizan la vida, pero eso no quiere decir que haya que convertir la casa en una discoteca. Reconozcámoslo: las tiras de leds –de todos los colores y combinaciones de luces posibles�� han hecho mucho daño. Este año, sustitúyelas por unas composiciones de velas que le darán calidez al ambiente.

Si tienes niños pequeños o mascotas, colócalas en un lugar al que no puedan llegar con facilidad o incluso hazte con una versión eléctrica realista.

Di no al espumillón

Repite con nosotros: este año no pondré espumillón, este año no podré espumillón. Una vez más... Y no, no nos convencerás de que tiene un componente emocional, porque de niños era el protagonista indiscutible de nuestra Navidad. Esas tiras peludas de colores y brillos imposibles pueden acabar con cualquier ambientación de un plumazo, así que olvídate de ellas y sustitúyelas por guirnaldas de tela –con unos números, pueden convertirse también en un original calendario de Adviento–, cadenas de papel –si buscas un efecto retro–, tiras de tul, organza o tela de saco, boas de plumas...

Piensa local

Las coronas en las puertas y los calcetines en la chimenea –o donde se pueda– se han popularizado en los últimos tiempos, aunque no dejan de ser adornos 'importados' de la tradición anglosajona. La Navidad es un tiempo de tradición, así que aprovecha para revisitar las propias.

Hazte con un belén de calidad al que puedas ir incorporando piezas año tras año y que tus hijos recuerden con cariño en el futuro y que incluso puedan llegar a heredar.

Una decoración exclusiva

¿Quién no tiene una tonelada de adornos que, aunque no acaban de convencernos y convierten nuestro árbol en un amasijo de colores, tampoco tiramos? Es el momento de reciclar. Forra esas bolas de plástico de todos los colores con unas cuantas telas con estampados coordinados –las hay incluso adhesivas en tiendas de manualidades–, fieltro, lana, lazos o lo que se te ocurra y presume de decoración personalizada.

Adornos de autor

Más a menudo de lo que nos gustaría, las Navidades acaban siendo sinónimo de consumismo desaforado. ¿Cómo resistirse a todas esas cosas que parecen llamarnos desde los escaparates? Sencillo: elaborando tus propios adornos. No hace falta ser una experta en handmade para hacer decoraciones tan simples como efectistas: dedica un paseo por el bosque a recoger piñas y dales una mano de pintura o glitter; aprovecha que estás viendo esa película por enésima vez y convierte las palomitas en una entrañable guirnalda 'nevada' para el árbol; decora unas letras de cartón para personalizar tu árbol con las iniciales de los miembros de la familia... Las posibilidades son prácticamente infinitas y resultan especialmente adecuadas si tienes niños, para vivir la ilusión de las fiestas por anticipado.

A mesa y mantel

Gran parte de las celebraciones navideñas tienen lugar en torno a la mesa, por lo que hay que poner especial atención a su decoración. A evitar: manteles y vajillas con motivos marcadamente navideños, que solo podrás usar una vez al año y que estarán ocupando sitio en cajones y armarios el resto del tiempo.

Invierte en: un mantel elegante y de calidad, preferiblemente en un color liso y neutro, y una vajilla de porcelana blanca. Sobre esta base atemporal siempre podrás introducir unos bajoplatos o unos servilleteros más festivos o un centro de mesa que refuercen el estilo que buscas cada año.

Miraos a los ojos

Los centros de mesa decorativos son prácticamente indispensables en una comida o cena navideña, aunque debes tener en cuenta algunas precauciones prácticas:

  • No llenes hasta el último hueco disponible con adornos: hay que dejar espacio libre para poder moverse con comodidad y dejar la copa o los cubiertos sin miedo a romper algo.
  • Evita las ramas muy altas o exuberantes que puedan entorpecer la comunicación visual entre los invitados.
  • Las velas son cálidas, aunque no se aconsejan en una mesa en la que cada comensal se sirva lo que quiera, para evitar posibles accidentes.
  • Lo mismo sucede con las versiones aromáticas: una de canela y jengibre ayudará a crear atmósfera en la zona de tertulia, pero puede enmascarar los olores propios de la comida y acabar cargando en la mesa.

No disfraces tu casa de Navidad

Dorados y plateados son estrellas de estas fiestas, ya que simbolizan abundancia y prosperidad. Algo similar sucede con las combinaciones de rojo y verde, clásicas y acogedoras. Pero quizás quieras sorprender con tonalidades imprevistas, motivos minimalistas... No hay una forma 'correcta' de decorar nuestro hogar aunque, sea cual sea la que decidas, procura que se vea integrada en el conjunto y, sobre todo, con nuestros gustos y estilo personales. No se trata de reproducir un escenario de 'revista' que nos resulte artificioso, sino de sentirse (más) a gusto y disfrutar de esta época con los cinco sentidos.