¿Te imaginas despertándote en un refugio de montaña, bañada por la luz del primer rayo de sol? Lo que para muchas puede parecer un sueño, es la realidad del día a día de la lectora Irene, que vive con sus dos hijas y su perro en una casita de madera escondida entre los valles de Suiza.
Como en las mejores historias, todo empezó con un flechazo. Se casó con un suizo y acabó enamorándose, a primera vista, de la calidez de esta casa. Mide 100 m2 y cuenta con, nada más ni nada menos, que ¡500 m2 de jardín! ¿Su rincón favorito? Puedes imaginártelo viendo las fotos: el salón con chimenea. "Cuando más lo disfruto es en enero, observando cómo entra la luz dorada del oeste, que se refleja sobre la nieve", explica Irene.
Por suerte, no necesitó reformarla demasiado, pero sí actualizó los baños y la cocina, que es blanca y de Ikea. Aquí encontramos un mueble muy especial: la vitrina con puertas de cristal. "¡La copié del Especial Navidad 2011 de El Mueble! Todavía guardo la revista", admite.
En las habitaciones, se decantó por "tonos neutros y calmados. Colores que van con todo y me inspiran serenidad", cuenta Irene. Son espaciosas y muy muy luminosas. Como no, la madera es el material estrella y los textiles mullidos dan el toque invernal. ¡Qué acogedor!
También tiene una zona abuhardillada, coronada por una gran viga central, donde ha aprovechado el espacio para crear una mini oficina y un rinconcito de relax. Ah, y que no falten las ventanas tipo Velux para sumar luz.
"Vivir en Suiza, con la mentalidad de los suizos, es una lucha diaria, pero me adapté y esta casa ya forma parte de mi vida", nos despide la risueña lectora desde su jardín con vistas. Y es que no olvidemos que vive en uno de los países más felices del mundo...