Tamara es la dueña de este piso que, aquí donde lo vemos, era una de esas propiedades que no apetecen mucho al entrar. ¡Pero ya no es así! "El piso era de mi marido desde antes de casarnos, pero a mí no me acababa de convencer. Los espacios eran muy pequeños y era una casa muy difícil. Pero vivíamos en otra casa más pequeña, así que cuando tuvimos a la niña decidimos mudarnos. Volvimos a ver el piso, me volví a convencer... Yo le dije 'Nos mudamos, pero la reformamos entera”.
Y aquí es donde entra en escena Celia Grego, interiorista por cierto por 'obra y gracia' de El Mueble. “Me hice interiorista porque me publicaron en el concurso de las Casas de las Lectoras. Luego conocí al equipo de El Mueble y me animaron a continuar. ¡Así empecé! Y todavía me identifico completamente con su estilo", nos cuenta.
Así, lectora e interiorista con inspiración El Mueble se encontraron y se pusieron manos a la obra para cambiar este piso. Repasemos todas sus claves:
Así transformaron la cocina
El punto central del cambio fue abrir la cocina, unirla al comedor, y que ocuparan un punto central en la casa
- Antes era cerrada: “La cocina estaba cerrada. Era minúscula, muy oscura. Así que decidimos ampliarla y abrirla a la casa. Tiramos el muro y quitamos todo el azulejo. ¡Lo reformamos todo!”, cuenta Tamara, la propietaria.
- ¡Más grande!: “Mi marido quería que pudiéramos movernos bien en la cocina, recibir gente y comer ahí. Y es lo que buscamos”.
- “Como en El Mueble”: “Elegí la vitrina igual a una que vi en la revista. Aquí sí que dije: ‘Esto lo quiero como en El Mueble’. ¡Y ahora a todo el que viene le llama mucho la atención!”.
- Una para todos... “La cocina es una zona de paso y debía quedar integrada con la casa. La clave de la reforma fue unificar estos tres ambientes: comedor, cocina, sala de estar”.
Así renovaron el salón
Donde había un balcón... ahora está su mejor tesoro. “Para la vida diaria, para estar, o cuando vienen amigos, esta salita que era un antiguo balcón ha sido la mejor solución”, nos cuenta Celia.
- Ganaron terreno: La casa sólo tenía un salón muy pequeño, junto al actual comedor. Así que decidieron que necesitaban más: “Donde estaba la terraza hicimos esta sala de estar, que ¡ahora es mi lugar favorito!”, apunta Tamara.
- Ultracómodo: Junto al pequeño salón más formal, la sala es el lugar del relax. “Pusimos la mesita y el sofá, muy cómodos, genial cuando vienen los amigos”.
- Más ventanas: “Cerramos la terraza, y a su vez abrimos una ventana hacia el salón y otra hacia la cocina, para ganar luz y sensación de amplitud”.
- Con papel pintado: “En las paredes pusimos papel. ¡Da una sensación muy acogedora! Salita, salón y comedor tienen el mismo papel, en un gris verdoso que viste mucho y que se ve diferente según la luz”, añade Celia.
Así actualizaron el dormitorio principal
“En mi cuarto quería algo tranquilo, con luz. Es un cuarto pequeño, así que preferimos poner pocos muebles, ¡más relajado!”, explica Tamara.
- Abuhardillados... ¡Pero no imposibles! “Los dormitorios son todos abuhardillados. Lo que hicimos fue aprovechar los huecos que dejaba el techo para hacer armarios”, cuenta Tamara.
- Un toque romántico: “Los armarios que había antes eran cerrados, marrones, oscuros... Los pusimos en blanco, los acristalamos, añadimos un lino bonito, y ahora el cuarto parece más grande. Hemos ganado un punto especial, romántico”, apunta Celia.
- Con pocos muebles: “El dormitorio era difícil, no muy grande, bajo cubierta y con esa ventana. Así que nuestra apuesta fue poner pocos muebles y un cabecero muy discreto, así no abigarrábamos el espacio”, explica Celia.
- En tonos claritos: “Toda la casa era triste y con carpintería oscura, dormitorio incluido, así que para ganar luminosidad y amplitud, pintando paredes claritas y pusimos muebles, lámparas y textiles en tonos beige, muy suaves”.
Así decoraron el cuarto de la peque
“No queríamos un cuarto 100% infantil. Buscamos un punto romántico y femenino, que aunque Ángela crezca ¡le guste!”, explican Celia y Tamara.
- El mundo de Ángela: “Mi hija se llama Ángela y tiene tres añitos. Ahora mismo está en la etapa de todo rosa y de las princesas. ¡Pero yo no quería un cuarto que fuera 100% infantil!”, cuenta Tamara.
- El gran cambio: “En la pared del cabecero, había unas columnas que hacían una forma muy rara. Nos decidimos por poner pladur y cerrar el espacio. Así el cuarto quedó más cuadrado. La estructura es la misma que en la habitación de los padres”.
- Que crezca bien: “Nos decidimos por un cuarto romántico y femenino, pero no del estilo ‘princesas’. La idea es que, aunque Ángela crezca, le siga gustando”, dice Celia.
- Las claves: Para conseguir el punto “afrancesado y atemporal, muy dulce, pusimos un romántico papel pintado con pajaritos. Los textiles son de un rosita suave, y en los armarios pusimos los mismos linos que en el cuarto principal. Los muebles dan un aire provenzal”.