En pleno Eixample barcelonés, este piso es, en sí mismo, un auténtico tesoro. Los techos altos, cubiertos de preciosas molduras, los arcos decorados, la amplitud de los espacios y los bellísimos suelos hidráulicos delatan su antigüedad, que supera los cien años.

Cuando sus propietarios lo reformaron, se limitaron a renovar las instalaciones, respetando el estilo señorial de la casa. A la hora de decorarla, optaron por la gama de los grises y beiges, intemporales y siempre adecuados a la estructura regia del piso. “Además de gustarme muchísimo, son tonos que le van muy bien a la casa porque resaltan su arquitectura”, confirma la propietaria.

En el salón se combinó una pareja de sofás con una mesa de centro de madera tallada y pintada. Y junto a los soberbios ventanales se creó un agradable rincón de lectura, en el que una chaise longue, también de tonalidades grises, asegura el confort. “Creo que esa zona era una antigua galería, que se debió incorporar a la casa en una reforma anterior. Cuando la compramos ya estaba este gran arco, y nos encantó”. Junto a él, un velador decorado con un jarrón de mimosa a juego con el cuadro del salón muestra la importancia de los detalles para la propietaria. “Son imprescindibles para hacer el ambiente más acogedor”.

En el comedor, la belleza del techo y el suelo crea el escenario perfecto para recibir invitados y también para disfrutar en familia. Aquí, el lino es el protagonista. Tapiza las sillas, viste las cristaleras y también la mesa, con una combinación de tonos naturales, blancos y grises que sigue fielmente la línea cromática de toda la casa. Dos vitrinas gemelas con tela de gallinero, de aspecto más rústico, son el contrapunto perfecto a la decoración clásica de esta estancia. Y, a la vez, proporcionan espacio para guardar la vajilla.

El dormitorio está presidido por una cama con dosel, que guarda una equilibrada proporción con las dimensiones de la estancia y le transmite un aire romántico. “Queda perfecta –afirma la propietaria–. La elegí con dosel porque sentí que es lo que la habitación pedía, pero escogí uno de formas sencillas, para dar protagonismo al fabuloso ‘envoltorio’ que la rodea”. Como mesillas de noche se colocaron unas consolas antiguas que los propietarios adquirieron en Londres. Y al otro lado del arco, crearon una pequeña sala de cine, con dos chaise longues desde las que disfrutar de sus películas favoritas. “La verdad es que conseguimos una casa ideal para nosotros”.