El piso no había cambiado desde los años ochenta. Los suelos estaban muy gasta dos y había muchos papeles pintados. "Pero nos apeteció la idea de vivir en un dúplex. Y es que, aunque es un piso, da sensación de ser una casa y eso nos gusta mucho”, dice Tatiana, la propietaria de este dúplex en Barcelona. Su marido y ella vieron que era perfecto para ellos y sus tres hijos, pero había que reformarlo por completo. Tenían la suerte de contar con un interiorista amigo de la familia que conocía perfectamente los entresijos del piso y que además ¡vive en la misma finca!, Alejandro Maristany. Nos encanta cómo es ahora. ¿Quieres verlo?