Ahora que sus cuatro hijos son mayores, Dolores y su marido han podido por fin dar a la casa familiar de Barcelona el cambio que llevaban años deseando. Se decidieron cuando conocieron a la interiorista Elena Eyre, con quien la propietaria se sintió en sintonía nada más conocerla.
¿Su apuesta? Pintar muchos de los muebles de oscuro nogal de gris. "Lo único que puse en contraste fue el techo, de blanco, para dar más luz", explica Eyre. Si te fijas, verás que el techo tiene truco: "dejamos un foseado que en algunos puntos se ilumina con tira led". Aunque asumió que los clientes querían una mínima intervención, tuvo que convencerles de ir un paso más allá.
"No pensábamos cambiar el suelo, pero Elena nos convenció y fue un acierto". Sobre el estropeado parqué original, hay ahora una tarima que imita al roble, la misma en toda la casa e incluso "la hice subir por la pared del comedor", prosigue la decoradora.
¿Otro detalle para alucinar? “Con unas puertas correderas que llevan lino en el interior de los cristales es posible separar el salón del comedor, algo que se hacía antiguamente y que aún tiene sentido si quieres crear, por ejemplo, una sala de estudio en la mesa del comedor", se despide la decoradora.