¿Todavía hay alguien que crea que la marcha de los hijos tiene que dejar a los padres un poso de tristeza? Este caso es la prueba de que puede ser una oportunidad para empezar una nueva vida, con cenas entre amigos y sobremesas infinitas, en la que las costumbres y los usos de los espacios cambian totalmente. No hacen falta tantos dormitorios y al ser solo dos, el orden es más fácil.

La encargada para darle una nueva oportunidad fue la misma interiorista que se encargó de decorarla cuando la compraron hace diez años, Ajanta Velasco (antes conocida como Chituca Velasco), que tuvo claro que la clave era convertir el chalé casi en una caja de cristal. Tan contentos están con su forma de trabajar que le han encargado una tercera casa: su residencia de vacaciones.