Una casa de montaña en el Pirineo que combina lo artesano con piezas de herencia y lo tiene todo para no pasar de moda

Las paredes de piedra, la madera de estantes y la mesa, las butacas de cuero del comedor... Todo ello crea una mezcla de texturas muy cálida en la que la piedra pierde frialdad sin dejar de lado su carácter más montañés. 

El salón, el comedor y la cocina son un único espacio, muy cómodo. Y es que la interiorista Ana Galofré apostó por una distribución funcional y una decoración atemporal y clásica, además de subrayar el estilo cálido de la casa, respetando además la tradición artesana de la región. “Siempre es mejor trabajar con industriales locales, conocen la zona y estarán cerca si con el tiempo algo se estropea”, nos explica.

Sandra y Pedro son grandes anfitriones, les encanta recibir en casa a amigos y familiares. La cocina, perfectamente integrada en el salón y comedor, permite que quien esté cocinando tome un vino mientras conversa con sus invitados.

Siguiendo con los guiños a las casas tradicionales de montaña, la decoradora revistió el dormitorio de maderas de encofrado (la que se usa en las obras, mucho más resistente) pintada de gris, que ocultan e integran un baño a la manera de un hotel. Y cubrió el suelo con una estera hecha con algas marinas. “Es un material que aguanta todo, hasta las pisadas de barro”, explica la decoradora. 

La puerta camuflada esconde un aseo completo, para dar intimidad y no molestar a quien duerme. El mueble a medida separa el dormitorio del baño. 

Abrieron grandes correderas en una de las paredes del dormitorio para tener vistas a las montañas. Y esta es uno de los grandes encantos de esta casa, completamente comunicada con el exterior.