Ágatha Ruiz de la Prada vende su casa: un piso en Madrid lleno de color, personalidad y con una terraza espectacular en el corazón de la capital

El fucsia es uno de los colores que más identifican a Ágatha y por ello tenía que estar muy presente en la casa. En el salón, predomina especialmente, siendo una de las estancias más llamativas y coloridas del hogar. Amplio y con muebles extravagantes, la diseñadora pasa largos ratos junto a sus amigos y familiares. 

Los corazones son el símbolo de Ágatha Ruiz de la Prada, por lo que tampoco podían faltar en su casa. En el salón, vemos diferentes muebles que lo tienen, como los pufs, las sillas y algunas figuras puramente decorativas. Las paredes de esta estancia las ha pintado de blanco para que el color del mobiliario, tenga más protagonismo. 

A la diseñadora se le conoce por no escatimar en colores y, sobre todo, por ser poco discreta con su vestuario. Todos los rincones de su hogar tiene esa esencia que le caracteriza, por muy pequeños que sean. En el salón podemos ver como las figuras de encima de las mesas o las lámparas multicolor, ponen el toque más llamativo donde el blanco se hace más fuerte. 

El suelo es uno de los principales cambios, con grandes rayas gruesas, blancas y rosas que cubren todo el espacio. Parece una especie de paso de cebra pero al estilo de la diseñadora. En cambio, la diseñadora ha apostado por el blanco para la decoración de las paredes y las cortinas. 

Pupitres en varios colores son los muebles que configuran el comedor de Ágatha. Y es que la diseñadora ha dado su toque especial también a esta estancia, optando por ocho pequeños pupitres con sillas a juego en vez de poner una gran mesa central. Se trata de un espacio que también dispone de las rayas diagonales que encontramos en el salón. El blanco también está muy presente, dejando el protagonismo al resto de colores del lugar. Al fondo observamos una librería repleta de libros y pequeños cuadros, una de las paredes más características del comedor.

Disfrutar de un buen café con amigas es una de las actividades que más le gusta a la Ágatha. Y si es acompañado con macarons de colores mejor que mejor. ¡Qué ricos!

El primer paso que la diseñadora de moda decidió dar para reformar su hogar fue pintar las paredes. Se trataba de un deseo deco que siempre tuvo en mente, pero que nunca llevó a cabo. Tras el divorcio, llegó el momento. ¿El color? Sin duda alguna el fucsia, el tono que ha aportado la vitalidad y la diversión necesaria en la casa.

Una de las estancias tiene un toque clásico, pero sin perder la sintonía del resto del espacio. Se trata de un rincón que cuenta con una chimenea, barnizada a su estilo, y con un espejo apoyado sobre su repisa. En los días de frío, es el mejor sitio para refugiarse y sentirse acogida. 

El despacho es la estancia que más ha cambiado y es que era el estudio personal de José Luis de Vilallonga, antiguo propietario de la finca y amigo de la familia Ruiz de la Prada. De espacio clásico y con decoración tradicional, se ha convertido en una zona en donde los colores vivos predominan.

El suelo combina rayas en tonos azules con otras verdes; y la pared rayas amarillas con otras blancas. Una combinación extraña, pero que la diseñadora ha conseguido encajar. La chimenea era de mármol negro, pero Ágatha ha querido pintarla en dorado, igual que la del salón principal. También observamos un gran sillón verde, varios pufs y sillones de tonos variados de Julian Opie y Donald Baecher.

Incluso en la terraza sus colores más característicos se encuentran presentes. Y es que el suelo combina los tonos rojos, rosas y verdes. Con grandes vistas, se trata de una terraza digna de admirar, ya que cuenta con tan solo una mesa y varias sillas para disfrutar un rato en compañía tomando el aire fresco. Además, también tiene flores y plantas que le dan un toque de naturalidad al espacio que se encuentra en medio de la capital.