Esta casita lejos de la ciudad está llena de ideas acogedoras y veraniegas: techos altos, cocina abierta y piscina

Antes de irnos le preguntamos a Noelia cuál es su lugar favorito de la casa. “¡Toda la zona exterior!”, contesta sin dudarlo. “El porche lo disfrutamos muchísimo. Tiene un salón y un amplio comedor, además de una piscina súper relajante. Cuando vives en un piso en la ciudad y llegas aquí entiendes lo que es desconectar de verdad”.

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La piscina es el rincón dedicado a la diversión. Es la mejor opción para pasar los calurosos días de verano con los más pequeños o en calma con tu pareja y amigos. Las dos butacas de fibras encajan a la perfección esta zona del jardín. 

“Me gusta conservar elementos originales. Esos que dan encanto y carácter a una casa. Por eso, en el salón, también mantuvimos las baldas de obra, así como la chimenea y el mueble bajo que la recorre. Aunque hay algo nuevo: el leñero de hierro forjado. Lo incluimos para dar un toque entre rústico y moderno al ambiente”, señala la propietaria.

Dada la amplitud de la zona de día, no nos extraña que viesen un sinfín de posibilidades en la casa. Salón y comedor están abiertos al paisaje a través de grandes ventanales y tienen doble altura. De ahí la gran lámpara de fibras que pende sobre la mesa de comedor. “¿Os gusta? ¡La mesa la diseñé yo misma! Está hecha a medida con madera reciclada y me decanté por combinarla con sillas de aire nórdico”, cuenta Noelia.

“Completamos el comedor con un espejo que compramos en los anticuarios de La Bisbal. La idea inicial era poner un cuadro, pero cuando visitamos la zona de anticuarios y lo vimos, cambiamos de plan”. Una puerta corredera nos lleva a la cocina, 100% sello de Noelia. 

Ella misma se encargó del cambio. “Os confieso que soy lectora de El Mueble desde hace 25 años y mi sueño era decorar mi propia casa. Al fin lo he conseguido con todo lo que he aprendido este tiempo leyendo vuestra revista”, dice entusiasmada. No solo lo ha logrado con buena nota, sino en tiempo récord: les dieron las llaves en abril y en julio del mismo año ya estaban en su nueva casa. ¡Visto y no visto!

“La rehicimos de cero porque estaba en muy mal estado. Para darle un estilo rústico moderno combinamos los muebles de madera con una encimera blanca que imita mármol y una imponente isla que parece de cemento. No queríamos tener una mesa en la cocina, porque el comedor está a un paso a través de la puerta, así que creamos una zona de barra con taburetes para los desayunos”, añade la propietaria. “La puerta corredera es genial. Su gran apertura nos permite tener la cocina abierta o cerrada cuando queremos”. Por lo tanto, la cocina es más práctica: tiene una isla con barra y una distribución nueva. 

“El interior necesitaba un buen lavado de cara para darle el estilo que buscábamos. Algo a medio camino entre casa de playa y de montaña”, sigue Noelia. Una buena mano de pintura fue el primer paso para conseguirlo. “Las paredes tenían un tono anaranjado anticuado”, nos dice, así que como buena lectora de El Mueble lo pintó todo de blanco y la casa rejuveneció en un momento. Este color, junto con el suelo de toba que conservaron y todos los muebles de madera forman un trío luminoso y cálido y de un aire relajado.

¿Nos asomamos al dormitorio principal? Se encuentra en la misma planta y tiene muchísimo encanto, con su baño en suite, salida a una terracita y un agradable rincón de lectura. La decoración sigue el estilo del resto de la casa: omnipresencia del blanco con detalles de madera para dar calidez y un estilo acogedor, con cortinas de lino que arrastran y alfombras de fibras naturales en cada rincón. ¡Al más puro estilo El Mueble! “En el dormitorio pusimos un cabecero de lino, lámparas de madera y un ventilador en el techo que queda muy decorativo y que para mí es perfecto, sin necesidad de tener aire acondicionado”, explica Noelia.