Con unas agendas de trabajo muy apretadas, Sara y Juan buscaban cada verano un lugar tranquilo donde relajarse. "Durante 8 años viajamos a Formentera, pero con el nacimiento de nuestro tercer hijo nos lo replanteamos: buscamos una isla que tuviera una logística más sencilla (vivimos en Barcelona) y que gozara del mismo ritmo de vida de ir descalzos y sin reloj que tanto nos gusta", nos cuenta Sara. ¿Qué destino eligieron? La eterna Menorca.

Gracias a unos amigos que conocen bien la isla dieron con Binifa, "una casa en Binibeca que nos encantó por su distribución, su luz y su ubicación a pocos minutos de una preciosa playa de arena blanca. Era una casa perfecta para veranear con nuestros hijos y alquilar el resto del año. Pero era antigua y antes necesitaba una reforma a fondo. Queríamos actualizarla, pero que conservara todo su espíritu balear". ¡Y lo conseguimos!

Una casa en menorca con toques rústicos y muy acogedora