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Antes: una azotea desangelada y en desuso

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El Ático de Daniela

Con este panorama se encontró Eva de El Ático de Daniela cuando visitó por primera vez esta azotea de Barcelona: "Era una fría mañana de febrero y costaba imaginarse cómo disfrutar de este espacio desnudo en un caluroso día de verano". 

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El proyecto: una terraza multifuncional

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El Ático de Daniela

"La necesidades funcionales marcaron profundamente la distribución de los diferentes ambientes. Debía ser un espacio versátil, en el que se pudieran realizar celebraciones, tomar el sol con posibilidad de refrescarse en una ducha, descansar y por supuesto, que tuviera una zona de almacenaje", explica Eva.

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Una terraza privada en una azotea con zonas comunes

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El Ático de Daniela

Uno de los handicaps con los que se enfrentó Eva fue cómo habilitar una terraza cómoda y práctica y, a la vez, respetar los espacios comunes y de los diferentes propietarios de la comunidad. "Las líneas blancas en el suelo nos señalaban las fronteras de los espacios vecinos y las zonas comunes, como la de las máquinas de los aires acondicionados". 

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Un salón de verano protegido por una pérgola

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El Ático de Daniela

El estar se situó frente a la caseta y para poder disfrutarlo al máximo durante los meses de verano, se instaló una pérgola. "La estructura es de metal y el techo es una estructura liviana de nylon. Va sobre rieles y consta de cuatro paneles que se pueden desplazar para dejar la mitad del techo abierto. Así, puede disfrutarse de este espacio tanto en verano como en otoño o invierno en un día soleado", explica Eva. 

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La elección de la gama cromática en textiles y complementos

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El Ático de Daniela

Los tonos caldera, gris y blanco fueron los elegidos para acompañar el mobiliario de la terraza. De hecho, como recuerda Eva, "el suelo de baldosa anaranjada, que tuvimos que conservar por requerimientos de la comunidad del edificio, lejos de ser un handicap nos sirvió de inspiración para incorporarlo en el abanico de colores elegidos". Así, las alfombras de exterior o los cojines aportan fuerza a toda la atmósfera creada.

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Que no falte el toque verde de las plantas

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El Ático de Daniela

Para que la terraza fuera más agradable, Eva se alió con las plantas, ya sea a modo de jardín vertical, en macetas o colgadas en la misma trasera de la pérgola. "Dan el toque verde y refrescante. Optamos íntegramente por plantas artificiales, porque cumplían la premisa de nuestra clienta sobre la falta de tiempo para cuidar un jardín natural".

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Una caseta de madera personalizada

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El Ático de Daniela

"Tomamos como base una sencilla caseta de madera de pino y la customizamos al 100% pintando las puertas de gris, instalando luces de exterior y creando jardines verticales en ambos laterales", recuerda Eva. 

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Un comedor pensado para recibir

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El Ático de Daniela

Situado junto a la caseta, lo que permite tener un acceso más cómodo a la cocina, el comedor se planificó para que fuera capaz y versátil, con una mesa amplia y un banco que ofrece más plazas de asiento y da, a la vez, más juego. 

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Detalles frescos en verde y en tonos caldera

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El Ático de Daniela

Eva cuidó todos los detalles, incluso los complementos de la mesa: "Apostamos por estampados en verde agua, que conectaban perfectamente con la rotundidad del caldera del suelo y de uno de los platos de porcelana con borde oro". 

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Después: un cerramiento que aísla y da privacidad

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El Ático de Daniela

Una vez definido el proyecto y antes de ponerse manos a la obra, se llevó a cabo una profunda limpieza en paredes y suelo y se construyó un cerramiento perimetral de lamas de composite en gris antracita a unos180 cm de altura, suficiente para crear intimidad. 

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Con cocina y espacio de almacenaje

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El Ático de Daniela

Eva y la propietaria le dieron varias vueltas a los usos de la caseta. "La primera versión que se planteó fue un baño dentro de la caseta (ducha e inodoro) con una pequeña cocina exterior, para evitar bajar al baño del apartamento, que está justo debajo de la terraza", recuerda Eva. Pero al final se optó por instalar una pequeña cocina, "que dispone de armarios con vajilla, zona de aguas, microondas y un pequeño frigorífico".

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Una práctica e íntima ducha para refrescarse

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El Ático de Daniela

Para que la comodidad fuera máxima, Eva decidió instalar una ducha, que permite refrescarse tras una sesión de solarium. Y, para que disfrutara de más intimidad y resultara más discreta, se instaló en un lateral de la caseta, que es además donde estaban las instalaciones de agua. 

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Un suelo de la ducha cálido y resistente a la humedad

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El Ático de Daniela

El pavimento de la ducha debía ser adecuado para estar en contacto con el agua, así que se amplió el suelo de la caseta hasta una de las chimeneas logrando una tarima, además, muy agradable al tacto. "Se trata de los mismos tablones de madera de pino español empleados para el suelo de la caseta. Llevan una protección incolora y son hidrófugos", explica Eva.

La fábula del patito feo le va como anillo al dedo a esta terraza. Y es que dónde muchos verían una simple azotea, con sus instalaciones comunes y sin ningún tipo de atractivo, la propietaria de este oasis urbano vio una posibilidad de disfrutar de una terraza en la azotea con increíbles vistas al skyline de Barcelona. "Esta terraza, que mide unos 53 m2 útiles, se podía adquirir con la vivienda. Y la clienta pensó que era una buena idea, porque le queda justo encima de su piso. Así, en un futuro, puede comunicar ambos espacios con una escalera de caracol", explica Eva, de El Ático de Daniela y responsable de la transformación de este espacio.

El proyecto, nos cuenta Eva, fue evolucionando de la idea inicial, sobre todo el uso de la caseta: "La propietaria, en un primer momento, quería habilitar en la caseta un baño con una ducha, y la cocina dejarla fuera. Pero al final decidimos prescindir del baño, sacar la ducha al exterior, e instalar en la caseta la cocina, porque así quedaba más resguardada y se conservaría mejor".

Y el resultado final habla por sí solo. "Hasta el momento que le entregué las llaves, la clienta apenas había visto nada. Prefiere verlo acabado. Así que subimos a la terraza y cuando entramos me dijo "Uau, Eva, teníamos que habernos traído unas cervecitas para pasar la tarde aquí"", recuerda entre risas Eva.