Antes y después: una cocina renovada solo con pintura

Blanco y negro. Es una mezcla moderna que no falla y, ante un presupuesto reducido, la interiorista –y también compañera nuestra en El Mueble– se decantó por aplicar una mano de pintura que la ha actualizado muchísimo.

Cierto que la cocina, con un aroma setentero innegable, contaba con mucha luz. La gran ventana en forma de arco permitía que la luz entrara a raudales, pero se veía apagada por la carpintería en maderas oscuras y unos suelos que, aunque muy sufridos, tampoco ayudaban a multiplicar la luz.

Ahora es un rincón para el desayuno. Acogedor, luminoso, fresco y muy vital. Tanto la carpintería de la ventana, así como el marco de la puerta, azulejos y hasta el suelo –que fue lo único que sí que se cambió en esta reforma– presumen ahora de un blanco puro e impoluto que, además de hacer más grande la cocina, es capaz de llenarla de luz y un aire fresco y acogedor.

La interiorista Monica Klamburg mantuvo desde la encimera, al fregadero –también la grifería– pasando, por supuesto, por los muebles. Lo único actualizado fue la campana extractora, eliminando el enorme –y supervisible– tubo de evacuación de humos y dejando la pared despejada para dar mayor amplitud y luminosidad.  

Para que el dúo blanco y negro no resultara frío, Monica añadió plantas y detalles personales en toda la estancia. Una colección de teteras sobre la zona de aguas, fotos de familia con sabor a otra época y plantas –muchas plantas– son la clave para conseguir la personalidad y calidez que se buscaba.

Elegir la pintura adecuada para renovar la cocina es clave. Ha de ser resistente a las humedades y a las manchas de grasa. En este caso, Monica eligió el color negro Unilac de Titanlux y la aplicó a los armarios y estantes –¡porque hasta el más mínimo detalle se aprovechó!–. Suelos, paredes y carpintería lucen un inmaculado color blanco. Y el resultado es fresco, con personalidad, funcional y muy actual.