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1.

Exterior con piscina

El exterior de esta casa permite el pleno disfrute del imponente paraje, el paisaje mediterráneo del suroeste de Mallorca.

2.

De ensueño

 La vivienda tiene dos plantas, ambas ampliamente abiertas hacia la bahía, que desde la piscina parece estar al alcance de la mano.

3.

Con vistas a la montaña

 Desde el estar de verano se disfruta de las inmejorables vistas a una bahía que era casi virgen hasta hace pocos años.

4.

Adaptada al terreno

 Esta casa ha sabido adaptarse a la perfección al terraplén de la ladera, integrándose en la montaña y el bosque, y mirando al mar.

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Comedor de exterior

Construida hace poco más de dos años, es una casa concebida de principio a fin con una única finalidad: favorecer el disfrute de este magnífico escenario. Por eso tiene tantos ambientes en el exterior, entre ellos, este amplio comedor de verano.

6.

Estar en invierno, estar de verano

 En la ladera de la montaña y encarada a una preciosa bahía mallorquina, esta casa, de arquitectura muy actual, exhibe ambientes abiertos y diáfanos.

7.

En blanco

La decoración se integra en el notable predominio del blanco, que solo matizan algunos complementos, como los cojines azules de Gervasoni y los de lino de ML Fabrics, y alfombras de sisal.

8.

Planta diáfana

La impresión que se tiene al entrar en este salón es que, como por arte de magia, las paredes se han convertido en cristales para mostrar la silueta de las montañas y el azul del mar un poco más abajo.

9.

Cocina en barra

 La completa isla central con grandes cajones gaveteros reúne dos zonas de aguas y una de cocción, con una campana empotrada en el techo que pasa desapercibida.

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En blanco, piedra y madera

 El blanco del mobiliario y la ausencia de tiradores aligeran sus dimensiones. Para la encimera se ha elegido una piedra natural de un suave crema a juego con el suelo, que aporta una nota de calidez en un ambiente tan diáfano y dominado por el blanco.

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Comedor de interior

 La gran mesa de madera del comedor, que procede de Becara, y las sillas Henriksdal de Ikea, con fundas de lino, contrastan en estilo con las lámparas gemelas de techo.

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Dormitorio

Bienestar, relax, descanso y hedonismo en estado puro son algunas de las palabras que se pueden asociar a esta magnífica suite que se asoma al exterior.

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Dormitorio y baño, en uno

 Darse un baño aquí es lo más parecido a sumergirse en el mar, que está a unos pocos pasos.

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Baño

 Una hoja fija de cristal protege la ducha de salpicaduras, a la vez que deja pasar la luz sin problemas. Con esta misma finalidad se ha planificado un murete bajo que oculta el inodoro de la vista sin restar un ápice de claridad.

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Tocador

 Y al lado del dormitorio y de la bañera, un sillón de relax, más un pequeño tocador para los cuidados de belleza de la propietaria de la casa.

Decir que lo mejor que tiene esta casa son las vistas sería cometer una injusticia de tomo y lomo. Porque la construcción, blanquísima y discreta, es justo la que el entorno exige, y sus interiores, amplios y limpios, son perfectos. Pero también sería faltar a la verdad no colocar en primer lugar su situación, sobrevolando la entrada de una bahía mallorquina, con el mediterráneo azul intenso como telón de fondo. En fin, una maravilla. Y un ejemplo estupendo de cómo la arquitectura está pensada en función de un escenario portentoso. Y en esa muy sabia alianza entre paisaje natural y obra humana me centraré. De fuera a adentro, porque así, vista desde el exterior, la casa intenta parecer sencilla y modesta, para no quitar ni un ápice de protagonismo a la montaña, los pinos y el mar. Se trata de una construcción rectilínea de dos plantas y una azotea, sin más florituras que las necesarias y abundantes barandillas (tan sobrias como la misma casa) porque su posición en plena pendiente es tan excepcional como vertiginosa.

La planta baja se abre en sucesivos ventanales a un porche y a la piscina, de vaso rectangular y desbordante, de tal manera que introducirse en sus aguas es casi como hacerlo en el mismo mar que contemplamos más abajo. Un lujazo.

La segunda planta sigue a rajatabla las mismas líneas: la fachada que da al mar es pura cristalera del techo al suelo y la comunicación con el exterior es absoluta. Es aquí donde se organizan sin separación alguna los distintos ambientes para estar, para comer y para cocinar. Un enorme sofá rinconero forma una U alrededor de una mesa blanca (blanca como las tapicerías, como las paredes y techos, como la misma cocina), un lugar para charlar y disfrutar del paisaje sin obstáculo alguno. En realidad, lo más destacable es esa continuidad, la sucesión de ámbitos de uso distinto, el espacio diáfano, la atmósfera transparente, el sometimiento voluntario y feliz del interior al dominio mediterráneo.

Y dentro de ese marco general, algunas observaciones que vienen al caso. Por ejemplo, el uso de piedra natural abujardada (para quien no lo sepa: es el nombre técnico de un acabado que convierte la superficie de la piedra en rugosa para evitar deslizamientos y facilitar el mantenimiento) en el suelo de toda la casa. En el interior y en el exterior, lo podéis comprobar en la foto de la piscina porque la piedra llega justo hasta el borde del agua. Otro ejemplo, en este caso ofrecido por el mobiliario: fijaos que en los muebles de los espacios interiores predomina el blanco, tanto en tapicerías como en las mesas y en el mobiliario de la cocina. Sin embargo en las zonas al aire libre de las dos plantas los materiales protagonistas son las fibras vegetales y las maderas, introduciendo así el color de la naturaleza en la blancura de la construcción. Y para acabar con estas últimas notas, ¡cielos, qué dormitorio, qué bañera, qué maravilla de las maravillas! Ya sé, es necesario tener primero esas vistas, pero una vez conseguidas, no queda más remedio que alabar el gusto de quien diseñó este espacio. Y soñar con que puede ser nuestro, que soñar es gratis.

¿Qué espacios de la casa te han parecido más bonitos? ¡Cuéntanoslo en los Comentarios de este artículo!