Y esto fue lo que nos contó en aquel momento: "Cuando vi la casa por primera vez, no me imaginé cómo reformarla o cómo la podría decorar. No me gusta entrar y derribarla entera. Prefiero hacer un refresh: quito esto, limpio esto otro y… de pronto la casa está mucho más bella. No es muy grande, pero tiene un altillo especial. Antes aquí había un estudio en el que la dueña pintaba. Es un rincón maravilloso que tiene sol todo el día. Y también está el coqueto jardín, con varios porches para disfrutar todo el año", nos contaba.
Por supuesto, hay madera. En el hogar de alguien de alma sueca no podía faltar. “La hay china, francesa, italiana, sueca y belga. Puse un parquet de roble blanqueado, y pinté de blanco toda la carpintería de la casa incluso la escalera y las librerías empotradas".
“Adoro la madera. Es una herencia de mis años en Suecia. Puse parquet de roble blanqueado y pinté la carpintería de blanco."
De alguien guiado por sus emociones, no podíamos sino esperar piezas de diferentes orígenes y estilos (¿quién quiere nada uniforme?): varios grabados y un aparador chino, una alacena francesa, una lámpara de cristal y otras antigüedades que dan toques de estilo personal y hablan de cómo es él. A la mesa de comedor le tiene un cariño especial. Es belga, de los años 20, y la reina de la casa, a nadie le pasa desapercibida. La rodean unas sillas de Ikea que ha retapizado con un terciopelo azul Francia.
El beige con toques de azul serenan el espacio, y las piezas tuneadas por Lorenzo le dan ese toque artesano. Como el aparador de Ikea pintado de azul, el velador sueco que rescató de la basura o la consola de herencia que vistió de negro.
Los muebles de la cocina también son negros. “Me gustan los contrastes. La encimera es de mármol y la mesa la tenía mi padre en el sur de Francia y me trae muy buenos recuerdos. Todos y cada uno de los muebles tienen su propia historia, y todos juntos cuentan la mía”.
Allegra y Stella escogieron compartir habitación. “Quieren estar juntas. Ya no les gusta el código rosa princesa y puse un papel a rayas en tonos neutros. En el altillo también tenemos nuestro cuarto de estar, con una televisión 3D porque nos gusta mucho ver películas y una chaise longue. Y al otro lado está mi escritorio”.
En el dormitorio, la cama de Lorenzo, como muchas otras piezas de su casa, es una pieza de Ikea de hace algunos años. “Las llamo piezas vintage, porque tienen más de 15 años y ya no se fabrican”. Pero forman parte de esa historia que está escribiendo. Una historia repleta de amor, de estética y de Estocolmo. Ahora también de Madrid. Y de Allegra y Stella.
¿Te has quedado con ganas de más? Pues no te pierdas el vídeo de esta casa que hicimos para la producción:
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