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Junto al arco

Esta preciosa villa, ubicada en la Provenza y conocida como 'La granja del Buen Dios' es el enclave elegido por una pareja de ejecutivos australianos para desconectar durante varios meses al año. Y el entorno es todo lo que uno podría imaginar: piedra centenaria, viñedos por doquier y una decoración exquisita detenida en el tiempo. 

Mesa y sillas similares en Félix Lozal. El mantel es de Filocolore y los jarrones de Cado.

2.

Patio con elementos recuperados

Con los colores típicos de la Provenza, este patio presume de acogedor y muy natural. El ocre de la fachada, junto con el verde de la vegetación, crea un entorno íntimo y acogedor. Incluso, algunas de sus piezas son recuperadas, como la escalera y el banco, ambos de hierro, con ese halo a pasado que se respira en esta histórica región del sur de Francia.

3.

Bajo la pérgola

Y además, una pérgola natural, que además de belleza, proporcionar sombra y frescor durante las horas más calurosas del día. En este espacio, los propietarios quisieron crear un espacio íntimo. ¡Y lo han conseguido! Los sofás de fibras y las sillas, que eran de parques públicos en París, son clave.  

Sofá y butacas similares en Maisons du Monde y mesa, en La Bòbila. 

4.

Una piscina con un porche cubierto

Esta zona de la casa es una de las más especiales y donde, a través de los materiales, defiende su enclave. Y es que el pavimento que rodea la piscina es de piedra de Ménerbes, típica de la Provenza. Las enormes jardineras y el ambiente rústico del porche cubierto se suman al efecto con armonía. 

5.

Antigüedades en cualquier lugar

Y es que esta casa está repleta de objetos recuperados, antigüedades y auténticas joyas en mobiliario. ¿Un ejemplo? El reloj que luce en la zona del porche, que procede de la estación de tren de Lyon. 

Muebles similares en Unopiù.

6.

Otro porche con zona de comedor

En este espacio, los propietarios buscaron también una decoración acorde con el entorno. Para ello buscaron unas sillas y una lámpara de anticuario que encajara con el estilo vintage del exterior. Por cierto, que esta es la escalera recuperada de la que hablábamos anteriormente. Simplemente arrebatadora. 

Mesa de herencia y jarrones de cristal de Cado.

7.

Un segundo comedor exterior rodeado de naturaleza

Aquí también se quiso crear un espacio por el que parece que no pasa el tiempo. ¡Esta foto bien podría haberse tomado hace 80 años! Un elemento que nos ha fascinado es la lámpara de araña decorativa, que contrasta con el aspecto bucólico de la estampa. 

Mesa y sillas de hierro antiguas, en color verde. Las encontrarás parecidas en Félix Lozal.

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Colores dulces

Una zona de exterior no vale nada si no cuenta con los textiles adecuados. Y no nos referimos solo a que sean tejidos técnicos y que soporten bien el sol y las inclemencias del tiempo. También han de aportar la nota de color que muchas veces falta en el exterior. 

Cojín estampado de Güell-Lamadrid. El cojín liso y el plaid son de Filocolore.

9.

Cocina provenzal en verde

Varios elementos destacan en esta cocina de aires rústicos. Tanto la chimenea como los rieles con las luces y las sillas de metal aportan ese aire 'farmhouse' que tanto gusta. Los muebles pintados en blanco contrastan con las diversas tonalidades de verde del antepecho.  

Paredes en tono “borrowed light” de Farrow & Ball.

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Desde la ventana de la cocina

En esta cocina, parece que interior y exterior se funden. Y es que la ventana da al tubo de glicinas donde se ubica uno de los comedores exteriores.  

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Baldosas en muchos verdes

La combinación de varias tonalidades de verde sintonizan con el verdor del jardín, pero sobre todo con su carácter vivo y cambiante. La grifería presume también de ese aspecto vintage y campestre que se respira en toda la casa.

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Un office con sabor a pasado

Si algo enamora de este office es la chimenea para cocinar –sin duda, todo sabe mejor 'al amor de la lumbre', como decía Unamuno–. Y la combinación de la mesa de madera maciza con las sillas de metal hacen el resto. 

Mesa similar en Merc & Cia, y sillas, en La Bòbila. Lámpara de Coté Parc, similar en Cottage Little House.

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Un salón biblioteca por el que no pasa el tiempo

Y es que parece que estuviera congelado. Los atemporales sofás en beige y con un diseño clásico son el lienzo perfecto para añadir unos suaves toques de color mediante los textiles. También la madera es protagonista, tanto mediante la enorme mesa de centro como la librería de obra. Destaca la escalera antigua de carpintero, que ha encontrado una nueva profesión, más intelectual, en esta increíble granja del siglo XVIII. 

Sofá similar en Adaleya. Cortinas y cojines estampados y verdes, en Güell-Lamadrid.

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Sobre la mesa

Todo en esta casa recuperada está en conexión con el pasado. Y todo con un toque romántico que no pasa desapercibido. Los fardos de manuscritos atados con una cuerda, la horma de zapato antigua y el jarrón con rosas son clave que, por cierto, son del propio jardín.   

Horma antigua, similar en Mavi Lizán. Jarrón con rosas antiguas del jardín procede de Cado.

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Un escritorio con vocación de pasado

El escritorio recuperado, situado en la trasera de uno de los sofás, potencia el ambiente romántico que se respira en esta granja recuperada. Y se funde con elegancia con la carpintería de puertas y ventanas. 

Similar en Mavi Lizán. Lámpara de sobremesa, en Velafusta, y lámpara de techo, en Antic Centre.

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Un dormitorio femenino y romántico

El clasicismo vuelve a hacer presencia en el dormitorio principal, en el que la fusión de elementos románticos con otros más clásicos, como la lámpara, consiguen un resultado bucólico y acogedor. 

Lámpara similar en Cottage Little House. Cortinas de lino, de Linum.

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Textiles vintage

Para darle un toque vintage y aún más romántico al dormitorio, se eligieron tonos deslavados, como el rosa antiguo, el azul piedra muy muy suave y el beige amarillento. El hecho de que los textiles estén confeccionados en lino aporta también ese aire de ensueño. 

Los de color rosa antiguo y los azules con volante son de Filocolore, como la colcha de lino.

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Un baño principal con aspecto clásico

En este baño, prima el estilo clásico en toda su esencia. La lámpara de araña es superllamativa y encaja con soltura en el espacio. Incluso su combinación con los suelos de barro y el mueble de baño en blanco resulta muy acertada y armoniosa. 

Mueble bajolavabo similar en Velafusta, espejo, en Mavi Lizán, y apliques, en Debany.

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Piezas con brillo

Todos y cada uno de los detalles de esta romántica granja de la Provenza está muy cuidado. Desde los jarrones estriados que potencian el aire art déco de este baños a las toallas de gustoras texturas.  

Jarrones, de Cado. Toallas, de Filocolore.

Tiene un nombre literario, La Ferme du Bon Dieu (la granja del Buen Dios), y en esta casa culmina una historia de amor. La de la galesa Sioned Rees-Thomas y su marido inglés, Gavin, con La Provenza. Comenzó hace 15 años, en su luna de miel. “La celebramos en la Camarga. Tratando de escapar de los mosquitos, aterrizamos en el valle del Luberon”, recuerda Sioned.

Entre villas medievales

La belleza que enamoró a Petrarca, Camus y Beckett también les llevó a instalarse aquí. “Era todo lo que habíamos imaginado leyendo Un año en La Provenza de Peter Mayle”. La casa está en el Parque Nacional del Luberon, entre las villas medievales de Oppède y Ménerbes –donde vivió Mayle y cerca de donde Ridley Scott rodó Un buen año, basado en su libro–. Como Russell Crowe en el film, Sioned y Gavin cambian aquí su vida de altos ejecutivos en Australia, donde viven parte del año, por la de cultivadores de su viñedo y su olivar, y cocineros inspirados por la materia prima de los mercados provenzales. “Disfrutamos mucho invitando a familiares y amigos a comer en el jardín. Hacer un asado en la fantástica chimenea de la cocina mientras charlamos es otro gran placer”.

Con vistas a las viñas

Patios íntimos con fuentes y sillas de parques parisinos, envueltos en fragantes rosas antiguas, jazmín, iris e higueras, prolongan los interiores. “Decoramos la casa para reflejar la luminosidad y las vistas. El salón con tonos crema y cojines verdes tiene vistas al viñedo. Su serenidad invita a la charla o a la reflexión, según el momento. Y la combinación de muebles provenzales y refinados de aire parisino funciona. La mayoría son de anticuarios de l'Îsle-sur-la-Sorgue”.

Tres siglos de historia

La cocina con vistas al túnel de glicinas “está casi como la decoraron los anteriores dueños, la interiorista France Loeb y el renombrado pintor Michel Loeb, que rehabilitaron hace 20 años esta granja de principios del XVIII. France incorporó piedra de la Provenza, barandas y pilares antiguos y subrayó su espíritu romántico.

Nosotros lo hemos continuado, añadiendo nuestro carácter”. Los dormitorios y baños, en el primer piso y en las alas laterales, “reflejan una delicadeza femenina y paz, con colores suaves y muebles refinados. La distribución de la casa la hace acogedora tanto para una pareja como para una familia”. Tienen puertas francesas con salida a patios o balcones con vistas a las montañas del Luberon.

Parte del año Sioned alquila la casa a través de su empresa (boutiqueretreats.com.au). Los huéspedes quizás noten el espíritu del “Bon Dieu”: “Era el apodo de su primer dueño, un ‘buenhombre’ sanador al que acudían los habitantes del pueblo. Sus buenas vibraciones aún perviven en la casa.